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martes, 15 de diciembre de 2009

Vicente Aleixandre: El recuerdo de un Poeta Andaluz


Hace dos días, se cumplieron 25 años de la muerte del poeta de la Generación del 27 VICENTE ALEIXANDRE. Con aquel motivo el periódico municipal MORILES recogió, en su edición de enero de 1985, un pequeño homenaje al poeta. Hoy quiero recordarlo transcribiéndolo en mi blog con un emotivo recuerdo. La presente foto fue tomada por un grupo de alumnos de un Colegio de Montilla que le visitó poco antes de su muerte.

El pasado 13 de diciembre moría en Madrid Vicente Aleixandre, poeta andaluz. Pero no todo se acaba con la muerte de un poeta: nos queda su Obra, que es una parte de nosotros, de la vida misma. El poeta es la "conciencia sin atenuantes" de la propia vida.

Vicente Aleixandre había nacido en Sevilla el 26 de abril de 1898 y a los dos años se traslada a Málaga con su familia. A los once marchará definitivamente a Madrid. "Yo soy un malagueño que nació en Sevilla o un sevillano que se crió en Málaga”, diría más tarde. El caso es que toda su vida y su Obra se verán influidas por esas dos ciudades andaluzas: la sonrisa de Sevilla y la luz de Málaga.

Vicente supo sonreír constantemente a pesar de que desde los 27 años una tuberculosis renal le va a hacer compañero inseparable de la enfermedad. Todas sus obras las ha escrito desde la cama, porque a través de la enfermedad nació a la poesía. Una Poesía que será fundamentalmente COMUNICACION y humanidad: "la Poesía arranca del hombre Y termina en el hombre". Su Obra será asimismo una búsqueda de la de la luz que refleja el universo. Precisamente estos dos aspectos de su Obra, el hombre-poeta entre los hombre, y el hombre- poeta inmerso en el Cosmos, le valieron el Premio Nóbel de Literatura en el año 1977.

Paradójicamente, este poeta de la comunicación, tuvo que vivir un exilio espiritual, "un exilio de pecho a dentro", cuando algunos de sus compañeros de generación caían víctimas de la represión y otros se exiliaban al extranjero como consecuencia de una guerra brutal y sin sentido. Vicente quiso vivir la suerte de su pueblo y, fiel compañero de la enfermedad. permaneció en su casa de Madrid, en el número 3 de la calle Velintonia que se ha visto así convertida en santuario de la poesía contemporánea, lugar abierto constantemente a poetas, estudiosos y amantes de la poesía de la posguerra.

Este hombre, compañero inseparable de la enfermedad, no cantó, sin embargo, al dolor ni a la muerte, sino a la vida y al amor, hasta que un viernes de diciembre se fue para dejarnos su Obra -Ámbito, Espadas Como labios, Pasión de la Tierra, La Destrucción o el Amor, Sombra del Paraíso, Historia del Corazón, Poemas de la Consumación- que ya es patrimonio universal. Su canto ya es de todos los hombres.

Antonio CORTES

(Publicado en MORILES periódico municipal de información, nº 2, enero 1985, página 9)

martes, 1 de diciembre de 2009

El Patronato de las Escuelas Nacionales y de García de Leaniz



CINCUENTA Y OCHO AÑOS DE HISTORIA ACABAN DE DESAPARECER DE NUESTRO PUEBLO CON EL LOCAL DE LAS ANTIGUAS ESCUELAS Y AYUNTAMIENTO. PARA TODOS, ESE VIEJO Y YA DERRUIDO EDIFICIO TIENE EL PODER EVOCADOR DE UNA NIÑEZ MAS O MENOS LEJANA EN UNOS VIEJOS BANCOS DE MADERA ANTE LAS ININTELIGIBLES EXPLICACIONES DE AQUEL SER, SUPERIOR E IMPENETRABLE UNAS VECES, CERCANO Y AMIGO OTRAS, QUE ERA EL MAESTRO.

Creo conveniente llenar una página de esta Revista de nuestra feria con un poco de historia sobre el ya desaparecido edificio, historia que cada uno completará con otros muchos recuerdos y vivencias ya personales ya oídos de sus padres sobre el edificio o el Patronato que lo erigió. Ese edificio será ya parte de la historia de cada uno de nosotros.

Cuando la aldea de los Zapateros comenzó a ser municipio de Moriles, existía ya un local para escuelas en muy malas condiciones, cedido por el Patronato fundado por don José Gregorio García de Leaniz. La actual calle García de Leaniz se llamaba calle del Patronato. Dadas las malas condiciones del edificio, el primer alcalde de Moriles don José Aguedo Romero Carmona contrató un local en el número 12 de la calle Mesones que pasó a llamarse calle Colegio (calle Ancha), donde se instaló la escuela de niñas regida por la maestra doña Josefa León y Pavón.

A partir de entonces y coincidiendo con los cambios de Ayuntamiento, se produce un traslado continuo de local de un sitio para otro. Los mayores saben de ese ir de casa en casa y conocieron las escuelas en la calle Horno (año 1918) en la casa propiedad de doña Magdalena Burgos; en 1920 en casa de doña Rafaela Arjona Barranco; en 1921 en la calle principal (entonces Fernández Jiménez) en la casa arrendada por don Álvaro Agraz Fernández.

Los trámites para conseguir un nuevo local fueron lentos y laboriosos. En agosto de 1918 el concejal don Agustín Jiménez Heredia expone al alcalde don Pedro Contreras Onieva la conveniencia de gestionar del citado Patronato la edificación del tan necesario local para escuelas. Para ello el también concejal don Nicolás Molina Jerez se ocupó de realizar los trámites necesarios ante los encargados de dicho Patronato que se encontraban en Córdoba.

Los problemas económicos tenían paralizadas las negociaciones pero parecen solucionarse en parte con la publicación en 1922 de la R.O. del Ministerio de Instrucción pública del 3 de marzo por la que se ofrecía ayuda económica a los Ayuntamientos que carecieran de locales escuela adecuados, y se decide solicitar 30.000 pesetas y aportar otra cantidad igual para la construcción de dos escuelas unitarias, una de niños y otra de niñas. En noviembre de ese año queda solicitado por escrito a la Junta Provincial de Beneficencia, administradora del citado Patronato, la cesión al municipio del sobrante de terreno en que estuvieron edificadas las escuelas del Patronato a fin de construir el grupo escolar que habla en proyecto.

El 24 de septiembre de 1927 las obras están ya terminadas -estamos en plena Dictadura del General Primo dé Rivera- y la calle del Patronato pasa a llamarse García de Leaniz. Para su arreglo se libra la cantidad de 848 pesetas. En diciembre de 1928, después de la inauguración oficial del nuevo edificio, una comisión formada por el alcalde accidental don Juan R. López Fernández, el secretario don Manuel Calles y el Presidente del Patronato de las Escuelas Nacionales y de García de Leaniz, se trasladan a Córdoba para cumplimentar al gobernador.

El nuevo edificio que ofrecía una magnífica fachada rematada por la torre del reloj, disponía de un amplio vestíbulo de entrada, una primera planta con balcones a la fachada donde se instaló el Ayuntamiento y dos grandes locales para escuelas. Dicho vestíbulo fue provisionalmente utilizado a partir de 1931 por una unidad de párvulos que el gobierno de la República concedió para Moriles (el municipio contaba ya con más de 3.000 residentes). A finales de 1932 el vestíbulo se divide en dos locales que posteriormente serán destinados a dependencias del Ayuntamiento.

Así ha llegado hasta nosotros -a parte de algunas ampliaciones para nuevos locales de. escuelas- y al fin le hemos visto desmoronarse poco a poco, abandonado y desmantelado, perdida para siempre esa magnífica estampa de su fachada, merecedora de haber permanecido -con las necesarias adaptaciones y reparaciones- para albergar tras ellas al nuevo y necesario gran grupo escolar que Moriles necesita y que debido a la incomprensible política de construcciones escolares, no veremos ya realizado en nuestro pueblo.

Antonio Cortés Cortés. Cronista Local de Moriles

(Publicado en “MORILES”, periódico municipal de información nº 6-7, octubre 1985, páginas 21-22)

viernes, 27 de noviembre de 2009

Aclaración a "El trágico bienio 1918-1919"

Intentando responder al comentario de NANO sobre el artículo El trágico bienio 1918-1919 “¿Se tuvo conocimiento de quién cometió el atentado al alcalde?”, se me ocurre sugerir que en la revista de feria del año 2005, páginas 37-40, Rafael Ruiz Viso publica un extenso artículo titulado “11 de julio del año 1919: Crimen en Moriles”. En él se hace un relato de los hechos dentro del contexto histórico-social y local de la época. Por otro lado, en el ABC de Sevilla del día 12 de julio de 1919 aparece, en la página de sucesos, una noticia publicando el hecho y que difiere en algunos detalles con los narrados por Rafael Ruiz Viso, sobre todo lo referente al nombre del asesino, que según el diario se llamaría José Borreguero, mientras que el nombre de “Belloscolores” (así era conocido este personaje en Moriles) era Juan Corredera Ruiz, según Ruiz Viso.

Según el mismo diario ABC en las noticias de última hora del 30 de julio de 1920, también “el Concejal Antonio Cuenca, recibió dos heridas de arma de fuego riñendo con su convecino Francisco Galindo.” (Este fue nombrado concejal por Providencia del Gobernador el 27 de noviembre de 1920, después de la suspensión en sus cargos de la anterior corporación).

miércoles, 25 de noviembre de 2009

El trágico bienio: 1918-1919


La segunda Década del siglo tiene para nuestro joven Pueblo un final trágico y difícil en sus dos últimos años de 1918 y 1919. Si penosa fue la gestación del Municipio (1908 - 1912) y los cinco primeros años (1913-1917) se vieron cargados de problemas y faltos de medios, el bienio 1918-1919 podemos calificarlo de duramente trágico para este joven Municipio.

El uno de enero, después de anular las últimas elecciones municipales, el gobernador civil nombra una nueva corporación municipal que apenas durará ocho meses. Presidente: don PEDRO CONTRERAS ONIEVA. Concejales: don Manuel Fernández Alcalá, don Nicolás Molina Jerez, don José Mª Águedo Romera Carmona, don Francisco Galindo Maqueda, don Rafael Cabezas Pino, don Francisco Chacón Fernández, don Serapio Molina Jerez y don Miguel Estrada Lara.

Comienza el año 18 con una epidemia de difteria que causó varias muertes, para seguir a finales de abril con la trágica tormenta que costó la vida a la niña Carmen Galindo, además de innumerables daños en viviendas y cosechas. Se abrió un expediente con objeto de ayudar a los perjudicados.

Otros asuntos desagradables se presentaron para el gobierno del Municipio como fueron las dimisiones del secretario del ayuntamiento don Juan Quirós, del Oficial de Secretaría y del médico de la localidad, así como la desastrosa gestión del agente ejecutivo y la resolución e indemnizaciones por los procesamientos de los Concejales del 1913 que mermaron penosamente las arcas municipales. Tuvo esta Corporación que desalojar la casa que venía ocupando el Ayuntamiento y establecerse, mediante contrato de arrendamiento, en una casa de la calle Horno, propiedad de Doña Magdalena Burgos.

Pero no todo iba a ser desagradable para esta breve Corporación: durante el mes de marzo se pone en funcionamiento el primer alumbrado eléctrico: 500W repartidos entre el Ayuntamiento y alumbrado público en 50 lámparas de 10 w cada una. Asimismo se hace un contrato con la Banda de música el 20 de julio para tocar todos los domingos en el palco del paseo.

Como obra más importante acometida por este Ayuntamiento hay que destacar el comienzo de las obras de construcción del camino vecinal a Monturque, siguiendo un antiguo camino de herradura. El nombre con que fue designado oficialmente fue el de Camino "de Monturque -en la carretera de Cuesta del Espino a Málaga- a los Moriles -en la de Aguilar a la Estación del Horcajo-. Para ello se solicitó un préstamo al Estado por 8.066 ptas. a pagar en treinta años.

En septiembre del mismo año –1918- una nueva Corporación va a cerrar este trágico y difícil bienio. Su alcalde, D. Álvaro Agraz Albalá pide un año de licencia y pasa a ocupar la alcaldía con carácter accidental, su hermano y primer Teniente de Alcalde don Antonio María Agraz Albalá. El resto de la Corporación estaba formado por los Concejales D. Alvaro Agraz Fernández, D. Francisco Lao Espinosa, D. Julián Estrada Cortés, D. Pascual Mármol Corredera, D. Agustín Jiménez Heredia, D. Manuel Mármol Fernández y D. Francisco Vida Mármol.

Tiempos difíciles se echaban sobre el Municipio. Las agitaciones campesinas que conmovieron Andalucía, se hicieron notar en el mundo del campo, y una concentración de la Guardia Civil se encargó de mantener el orden en la localidad durante los meses de diciembre del 18 y enero del 19. La pobreza reinaba entre los vecinos que, para colmo de males, se vieron obligados a pagar unas contribuciones especiales -dada la escasez de fondos de las arcas municipales- para reparar el cementerio. Hay peticiones de aumento de sueldo por parte de los guardias municipales urbanos y de campo, y se producen continuas renuncias de cargos municipales y del Secretario de la Corporación. Finalmente, el once de julio de 1919, a las nueve de la mañana -según consta en el acta de sesiones del día siguiente- "resultó villanamente asesinado el Primer Teniente de Alcalde y Alcalde en ejercicio D. Antonio Maria Agraz Albalá". Paradójicamente, unos días antes, como queriendo poner una nota de paz y tranquilidad en el agitado municipio, la Plaza de Abastos se había rotulado con el bonito nombre de Plaza de la Paz, que había sido su nombre “desde que se empezó a edificar el pueblo.” D. Álvaro Agraz Fernández pasa a presidir la Corporación, tras la renuncia definitiva del apenado hermano de la infortunada víctima del atentado.

En el mes de octubre el nuevo Puesto de la Guardia Civil se hace realidad y se instala en el mismo edificio de la calle Horno, junto al Ayuntamiento y Escuelas. Como el local quedara pequeño para dichas funciones, se comienzan las gestiones cerca del Patronato fundado por D. Gregorio García de Leaniz para la edificación de un nuevo local para escuela, proyecto que no se hará realidad hasta siete años más tarde, en 1926.

Antonio Cortés Cortés

(Publicado en “MORILES”, periódico municipal de información, nº 4. Mayo 1985, página 6)

jueves, 5 de noviembre de 2009

Los cinco primeros años de vida municipal


Por Antonio Cortés

Muchas veces hemos dicho que Moriles no tiene historia: es un pueblo reciente que en realidad carece de personas y hechos, de edificios y monumentos que hayan trascendido más allá de nuestro municipio. Pero es que la verdadera historia de Moriles está en su gestación lenta y difícil como pueblo y en el trabajo duro y cotidiano de sus gentes en el campo. Es una historia más cercana, más nuestra, si cabe.

Por eso lo que relato a continuación es un resumen de crónica municipal de los cinco primeros años de vida de nuestro pueblo, remitiéndome por completo a los libros de actas municipales que me han servido para ir entresacando nombres y hechos de la actuación de las tres Corporaciones que rigieron los destinos del municipio en los difíciles comienzos de 1913 a 1917.

EL DESPEGUE DELMUNICIPIO: 1913 – 1915

Como final del proceso electoral iniciado por la Ley emancipadora de 18 de junio de 1912, quedó constituida la primera Corporación municipal el 1 de enero de 1913; fue su primer alcalde D. JOSE MARIA AGUEDO ROMERA CARMONA, y concejales D. Pedro Contreras Onieva, D. Manuel Fernández Alcalá, D. Nicolás Molina Jerez, D. Miguel Estrada Lara, D. Francisco Galindo Maqueda, D. Rafael Cabezas Pino, D. Francisco Chacón Fernández y D. Serapio Molina Jerez.

De esta primera Corporación poco podemos decir pues extraña y desgraciadamente no se conservan actas de sesiones ni de la Junta Municipal. Sólo que fue la encargada de la difícil e inacabada delimitación del Término Municipal, y que su alcalde, Sr. Romera, contrató de palabra con D. Francisco Martín Sánchez, propietario de la casa número 12 de la calle Mesones -que luego pasó a llamarse calle Colegio- dos habitaciones bajas, una para casa Ayuntamiento y otra para escuela de niñas, regida por la maestra Doña Josefa León y Pavón. Varios miembros de esta Corporación tuvieron que padecer un largo y penoso procesamiento a causa de un requerimiento ejecutivo por parte de Hacienda para ingresar en el Tesoro un descubierto por el cupo de consumos (antiguo sistema de impuestos municipales).

Por la misma causa no sabemos cuándo cesó en sus funciones la primera Corporación, pero sí que en marzo de 1914 aparece ya al frente del municipio un nuevo alcalde y concejales: Alcalde, D. ANTONIO MARIA AGRAZ ALBALA, Concejales, D. Francisco de Paula Agraz Albalá, D. Francisco Galindo Maqueda, D. Francisco Perailes Lara, D. Pedro Contreras Onieva, D. Rafael Cabezas Pino, D. Manuel Mármol Fernández y D. Juan José Torres Doblas. Esta segunda Corporación estuvo al frente del municipio hasta el 31 de diciembre de 1915. Acometió el primero y más extenso plan urbanístico de aquellos años bajo la dirección del maestro de obras D. Manuel Castilla Corral, abarcando las siguientes obras proyectadas sobre un plano urbanístico de la villa construido por D. Miguel Estrada Lara:
- Creación de un matadero público a propuesta del concejal Contreras Onieva, con un presupuesto de obra de 6.000 pesetas en un sobrante de vía pública junto a la Fuente.
- Urbanización de la Plaza de san Jerónimo que antes se llamó Plaza del 18 de junio (Paseo).
- Empedrado de varias calles: Alta, Gómez de la Serna, Alcalá Zamora, Horno, Patronato, Tejar y Molino, incrementando su presupuesto con el correspondiente a la Feria del año 1914 (unas 300 ptas.).
- Construcción de viviendas en el camino de Puente Genil.
- Urbanización y parcelación de terrenos en la calle Fernández Jiménez (hoy Avda. de Andalucía).
- Construcción del camino del cementerio y
- Arreglo de los caminos a Puente Genil y Monturque, obras todas finalizadas antes de fin de año. Era secretario del Ayuntamiento D. José de la Cruz Blanco, Oficial de secretaria D. Juan Baltanás Solís y escribiente D. Francisco Jiménez Arjona.

DOS AÑOS DE PROYECTOS: 1916-1917

El uno de enero de 1916 es proclamada una nueva Corporación como consecuencia de las elecciones municipales del 14 de noviembre de 1915. Alcalde D. MANUEL ORTIZ GUTIERREZ. Concejales, D. Agustín Jiménez Heredia, D. Juan Pérez Alba, D. José Carmona Luque, D. Rafael Carmona Ortiz, D. Francisco Perailes Lara, D. Manuel. Mármol Fernández y D. Juan José Torres Doblas; Secretario de la Corporación, D. Juan Quirós Gallardo. Fue ésta una Corporación con dos años al frente del gobierno municipal y de importantes proyectos a largo plazo, pero de escasas realizaciones. Aparte de unas ferias lucidísimas con un presupuesto de 500 ptas. y celebración festiva del Día del Árbol el tres de mayo con actuación de los músicos, se proyecta la instalación de una subcentral de teléfonos, se solicita la instalación de un Puesto de la Guardia Civil "según el sentir general de la opinión de sus administrados que siente cada día más la necesidad del establecimiento del Puesto que garantice sus propiedades". Ambos proyectos tardarán varios años en realizarse, sobre todo el de la central de teléfonos. Finalmente se saca a subasta el pliego de condiciones para instalación de alumbrado eléctrico en la villa que carecía de él. La obra fue adjudicada mediante contrato el 8 de octubre de 1917 a D. Ricardo Giráldez Rodríguez, de Posadas.

DIFÍCIL DECADA DE LOS AÑOS DIEZ

Difíciles comienzos para un pueblo en una época difícil. La falta de medios tanto materiales como humanos, la pobreza, la ignorancia, la explotación, marcan estos años en los que un viaje a Córdoba para asuntos oficiales costaba al Ayuntamiento 50 Ptas., mientras que el sueldo de un peón apenas llegaba a las dos pesetas. Para hacernos una idea del nivel social de la localidad, el arriendo de carnes para el consumo, es decir, los servicios del matadero municipal, según un acta de sesiones del 31 de agosto de 1916, no daba ni para gastos, debido al escaso consumo de carnes en la localidad.

(Publicado en "Moriles, Periódico Municipal de Información". Enero, 1985, nº 2 pág. 6)

lunes, 2 de noviembre de 2009

Homenaje a un Nombre: Moriles


Parece de justicia saludar este primer número de nuestro Periódico municipal "MORILES" con un pequeño homenaje a su nombre, repasando algunos datos históricos sobre su origen. Pero pienso igualmente que antes vale la pena volver los ojos atrás y recordar a la antigua aldea de los Zapateros, un nombre perdido en el recuerdo para algunos y un nombre casi vacío para los más.

LA ALDEA DE LOS ZAPATEROS

Rodeada de lagares, la aldea de los Zapateros se pierde en el tiempo sin que, hasta ahora, tengamos datos sobre su origen. El Castastro de Ensenada, en 1750, cita el pago de los Zapateros en el término de Aguilar. Pero ¿qué nos ha quedado de la pequeña y antigua aldea? Nada. Ni siquiera el nombre, "antiestético y ramplón" al decir de Fernández Jiménez; ni siquiera las charcas y las pozas plagadas de zapateros sobre el agua. Todo se ha borrado. Se ha borrado el bonito nombre de Plaza de la Paz que era el de la Plaza de Abastos. Ha desaparecido su antigua iglesia, tal vez mozárabe, con su cementerio en el callejón de los Muertos. Ya no nos queda nada de la antigua aldea; apenas el recuerdo. Sólo el testimonio de algunas personas, los mayores, -como el de Paula Contreras- nos mantiene vivo el recuerdo de un Frasquillote, un Chota, padre de Javier el Mocho, una María la Tuerta, Madre del Churri, o Catalina la del Carbón. Nombres todos de segunda fila, pero ahí están junto a los Albalá, Alcalá, Agraz... de hondas raíces moriscas; porque moriscas son las raíces de los Zapateros.

Creo que vale la pena recordar nuestra antigua aldea, tener presente nuestros orígenes y recuperar su nombre dedicándolo a alguna calle o plaza; tal vez a la plaza donde antiguamente estaba situada la Fuente Pública, de tanta importancia en la vida de la aldea de los Zapateros y en los primeros años de nuestro municipio. Hoy, una vez restaurada, seria una magnífica zona abierta, tan necesaria en nuestro pueblo.

¿LOS MORILES O MORILES?
Conocido es por la Historia que el morisco andaluz vivió como una minoría discriminada en medio de una sociedad que nunca llegó a aceptarlo. En esta zona del marquesado de Priego hubo un asentamiento morisco muy importante (1) y el pueblo, que confundía morisco con moro, llamó moril a un grupo de chozas habitadas por colonos moriscos que habían permanecido protegidos por los Señores de Aguilar incluso durante el siglo XVII. En el citado Catastro de Ensenada de 1750 figuran también los pagos de los Moriles Altos y Bajos en el término de Aguilar.

Al surgir en 1908 la idea de emancipar la aldea de los Zapateros del término de Aguilar, se pensó en cambiar su nombre por el de "los Moriles" que era el que denominaba a esta zona de producción vitivinícola. Así figuraba en el proyecto de ley presentado a las Cortes por Fernández Jiménez. Pero una enmienda del Senado hizo que la Ley de 1º de junio de 1912, publicada en la Gaceta de Madrid el 18 del mismo mes, declarara al nuevo municipio como "MORILES", aunque el Diario de Córdoba del 21, al transcribir dicha Ley, escribe erróneamente "los MORILES". A pesar de todo, en los primeros sellos municipales se lee: "AYUNTAMIENTO CONSTITUCIONAL DE LOS MORILES". Más tarde desaparecería el "los" en dichos sellos.

En cuanto al título de "Conde de los Moriles" hay que aclarar que fue concedido por el gobierno de Alfonso XIII a D. Juan Vitorica y Casuso, Gentilhombre de Cámara de S.M., dueño de la finca "la Higueruela" en el término de Moriles, en 1921, posterior por tanto al nacimiento del municipio "Moriles". Igualmente, como título nobiliario, es independiente del nombre del municipio.

Queda, pues, claro que nuestro pueblo tomó el nombre de "Moriles" y así se le ha llamado siempre, quedando el de "los Moriles" para designar los pagos o zonas de producción vitivinícola de la comarca. Por eso nuestro Periódico sale hoy con ese nombre, que para nosotros no tiene más significado que el de indicarnos nuestros orígenes y nuestras raíces.

Antonio Cortés Cortés
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(1) Cfr. Juan Aranda Doncel. “Trayectoria demográfica y estructura de la población morisca en el área señorial cordobesa (1569-1610)” En Boletín de la Real Academia de Córdoba nº 105, julio-diciembre 1983. pp. 18 y ss.

(Publicado en “MORILES, Periódico Municipal de Información” nº 1, noviembre 1984. Pág. 7)

viernes, 30 de octubre de 2009

MORILES, Periódico Municipal de Información


Así apareció el primer número del Periódico Municipal de Información, en noviembre de 1984. 25 años después lo vamos a recordar con algunos artículos sobre historia de Moriles.

sábado, 17 de octubre de 2009

Aspectos sanitarios en Moriles, de la Dictadura de Primo de Rivera a la 2ª República (1923-1931)

Antonio Cortés Cortés – Cronista Local

Releyendo un artículo publicado por María Rafaela Román Sánchez en la Revista de Feria de 1989, Una “Vecina Forastera” habla de Moriles, planteando interesantísimas cuestiones sobre la sanidad local y sus repercusiones en los aspectos demográficos, me he animado a exponer de forma somera las carencias sanitarias que ha padecido nuestro pueblo y las soluciones que se le van a ir dando durante los casi siete años que va a durar el Régimen de Primo de Rivera. Todo ello según los libros de Actas de Plenos y de la Junta Municipal.

La población de Moriles ha venido soportando la gran carencia asistencial sanitaria propia de las zonas rurales más deprimidas desde la aparición de los primeros núcleos de jornaleros y aparceros residentes (finales del siglo XVIII) hasta su consolidación como aldea de Zapateros y pedanía del término municipal de Aguilar. En las décadas centrales del siglo XIX se señala una disminución de población que, más que a factores migratorios, parece que estaba unida a factores de asistencia sanitaria durante la epidemia de cólera que recorrió la comarca. Tuvo también que afrontar una epidemia de viruela y otra más de cólera a lo largo de las dos últimas décadas del mismo siglo cuando su población alcanzaba ya el millar de habitantes (1). La proximidad de la Laguna del Rincón, la abundancia de charcas y humedales en los alrededores del casco urbano, la ausencia de alcantarillado, la proliferación de letrinas y pozos ciegos, han marcado una situación de propensión a todo tipo de infecciones, y todo ello unido a la carencia de lo más básico en asistencia sanitaria (médico, farmacia, veterinario, matrona). A partir de su emancipación de Aguilar en 1913, otras plagas y epidemias afectan a la población: triquinosis en 1914,difteria, rabia, tifus, escarlatina y viruela, a partir de 1918. No será hasta mediados los años veinte, en plena Dictadura de Primo de Rivera, cuando Moriles tome conciencia de sí mismo como población e inicie su despegue incorporándose a la vida moderna de los municipios colindantes. En septiembre de 1923 contaba ya la localidad con 2.218 habitantes, y en marzo de 1931 la población había aumentado a 3.224, lo que supuso un incremento de población superior al 45% en los siete años del Régimen de Miguel Primo de Rivera, incremento que suponemos fue unido a los progresos urbanísticos, sanitarios y económicos de la población.

El Ayuntamiento de la Dictadura quedó constituido el martes 2 de octubre de 1923 bajo la presidencia del Comandante de Puesto de la Guardia Civil, don Ildefonso Fernández Blanco, como autoridad militar, con asistencia de la anterior Corporación que cesó en sus cargos en dicho acto, retirándose del mismo. A continuación tomaron posesión los nuevos Vocales Asociados: Alcalde, Francisco Chacón Fernández. Tenientes de Alcalde, Nicolás Molina Jerez y Víctor Manuel Fernández Osuna. Depositario, Pedro Cortés Arjona. Síndico, Francisco Leiva Fernández. Interventor, José Ramírez Atienza. Regidores, Francisco Cortés Fernández, Pablo Martínez Borrego y Francisco Doblas Cardeñosa. En el Acta de dicha Sesión se transcriben todos los documento leídos en ella.

No se hicieron esperar las Reformas sanitarias del Directorio y el 11 del mismo mes se lee una Circular del Gobierno Civil con las normas de higiene y sanidad que había que adoptar en la localidad: extinguir todos los focos de infección y obligar a los industriales y comerciantes a cumplir las normas higiénicas sobre productos alimenticios. En la sesión del viernes 25 de enero de 1924 se lee la comunicación nº 24 de fecha 22-01-24 de la Diputación con datos sobre la situación de la localidad: necesidad de una carretera que una Moriles con Puente Genil; ausencia de caminos vecinales terminados; carencia de teléfono y telégrafo; existencia de una sola escuela oficial de cada sexo, para una población de 225 niños y 192 niñas en edad escolar; presencia de enfermedades endémicas y enfermedades intestinales, y ausencia de centros hospitalarios. Por último, el Delegado gubernativo del nuevo Partido, Unión Patriótica, preside el pleno del día 31 de enero de 1924 para posesionar al nuevo Alcalde Juan López Fernández y en él pide la reorganización de las Juntas de Sanidad, Instrucción y Reformas Sociales.

A partir de entonces son continuas las obras de arreglo, saneamiento, limpieza y desinfección de lugares como el cementerio, la fuente pública, el abrevadero, el pozo y el matadero público. En diciembre de 1923 se contrata un empleado (barrendero) para mantener limpios los alrededores de la Fuente pública y otros lugares del pueblo necesitados de limpieza. En este sentido es importante la decisión de la Junta de Sanidad del 7 de junio de 1924 de emprender “una activa y general campaña de saneamiento e higiene en toda la población y alrededores.” Así, en octubre del 24 se procede a la desecación de algunas charcas dentro del casco urbano por considerarlas focos de infección. Especial importancia tienen las obras de infraestructura que se acometen a partir de entonces en todo el municipio de empedrado y arrecifado de calles y aceras y construcción de cunetas y caños de alcantarilla para el desagüe de aguas residuales. El presupuesto de 1924-1925 destina 9.000 pesetas (el 27 % del total) a estas Obras Públicas. Durante estos años las calles Tejar, Plaza de abastos, Horno, Pasaje, Gómez de la Serna, Fernández Jiménez, el Paseo , Alcalá Zamora, García de Leaniz y Camino del Cementerio, entre otras, estrenan empedrado, acerado o cunetas y alcantarillas, mejorando el aspecto y la situación higiénica del municipio. Por otro lado se construye la carretera de Moriles a Puente Genil y se amplían y terminan los caminos vecinales; se amplía la red eléctrica y se instala por primera vez el teléfono.

Pero la principal carencia local era la de personal sanitario, siempre insuficiente cuando no, inexistente. El puesto de veterinario e Inspector de higiene y sanidad pecuaria, lo venía desempeñando de forma interina el de Aguilar, pero como resultaba caro, a veces lo ejercía un vecino del pueblo. A raíz de la citada Circular del Gobierno Civil, el 11 de octubre de 1923 es separado de este cargo el vecino Pedro Rodríguez Bergillos “por no estar cualificado legalmente para ello”. Entre las obligaciones del veterinario de Aguilar estaban las de estar presente en las matanzas los lunes, miércoles y sábados, originando continuos problemas por los desplazamientos de éste, lo que aconsejó nombrar un veterinario residente, cargo que asumió Manuel Luque Pérez en mayo de 1924. En octubre de 1927, ocupa la plaza como veterinario titular, Andrés Olaegui Bascón, de la Rambla, quien dimitirá por motivos de salud dos meses más tarde. En diciembre de 1928 se recibe la visita del Subdelegado de Veterinaria del Partido con instrucciones concretas sobre este importante cargo para la sanidad local. El 7 de marzo de 1929 es nombrado como titular don Rafael Mena Costi quien tuvo que ser requerido a fijar su residencia en el municipio. Éste no cumplió el requerimiento y en junio del mismo año renunció al cargo, acto que fue tomado como “abandono del servicio” por lo que fue amonestado y sancionado. En agosto se nombra un nuevo Veterinario interino, Francisco Galán Nadales, quien renuncia igualmente en enero de 1930 “por exceso de trabajo”. Le sustituye como interino Antonio Galán Pérez. En noviembre de 1930, teniendo en cuenta que el número de matanzas aumentaba considerablemente durante los meses de invierno, se nombra además un vigilante municipal durante esta época de matanzas.

El médico titular y Presidente de la Junta Municipal de Sanidad don José Torrecilla había renunciado al cargo coincidiendo con la aparición de la epidemia de tifus en abril de 1923. Se convoca concurso público y es nombrado don Agapito Soberado Soberón, también médico residente en la localidad. Ambos se verán enfrascados en continuas disputas durante la época. En marzo de 1925 don Agapito presenta un proyecto de médicos titulares en el que se contemplaría la creación de una nueva plaza titular. El mismo tema vuelve a plantearse en mayo de 1929 creándose una partida presupuestaria para ello y en julio es nombrado don Tomás Sese Ferreira. En octubre de 1925 se crean las plazas titulares de matrona, farmacéutico y practicante. La plaza de Farmacéutico quedará cubierta de forma estable y definitiva a principios de 1929 por don Juan Fernández Martínez y la de matrona en julio del mismo año por doña María Jesús Granados Gálvez. La plantilla del personal sanitario quedó así estabilizada.

Pero las epidemias y enfermedades endémicas no cesaban de hacer estragos en la localidad durante estos años, dejando de manifiesto la precaria situación de la sanidad en la población. En noviembre de 1921 se dan nuevos casos de rabia por mordedura de perros hidrófobos. En 1923 hacen su aparición el tifus, la escarlatina y la difteria. En marzo de 1925 aparece un caso de viruela en la posada de la calle Alta y en agosto del 27 es un guardia civil quien padece una enfermedad infecto-contagiosa en el cuartel.

El agua para el consumo, origen de tantos problemas sanitarios, venía obteniéndose de los pozos y de la fuente pública así como de algunos manantiales cercanos al casco urbano, sin control alguno sobre posibles contaminaciones. En enero de 1928 se envían muestras del agua para su análisis al Instituto Provincial de Higiene y en agoto de 1929, tras varias Circulares del Gobierno Civil sobre el tema, se plantea ya la necesidad de captación de aguas para el consumo doméstico y su canalización. Se encarga un proyecto al ingeniero don Miguel Cabrera Castro quien se inclina por hacer prospecciones en terrenos de los Calvillos y del Moril, propiedad de Francisco Reina Francés, pero se acuerda no hacer ningún contrato hasta ver clara la opinión del Ingeniero al respecto, por lo que la situación se va a ver paralizada por el momento. Otro proyecto relacionado con el agua para el consumo, que se inició poco después (marzo de 1930), fue el de la construcción de un nuevo lavadero público frente a la fuente, el pozo y el abrevadero, configurando así un rincón entrañable, el de la Plaza de la Fuente, en la memoria de los morileños hasta bien entradas las últimas décadas del siglo XX.

Por su valor testimonial, terminaré este esbozo mencionando la denuncia del médico dimisionario, residente en la localidad, don José Torrecilla Garagarza quien, amparándose en el R. D. de la Presidencia del Directorio Militar del 29-10-23 que facultaba a los mayores de edad a exponer quejas y reclamaciones municipales ante el Ayuntamiento, se enfrenta a la Junta de Sanidad y a su Presidente, don Agapito Soberado, denunciando la deficiente situación sanitaria y acusando a los responsables municipales de caciquismo y de jugar con la salud de los habitantes en su propio beneficio. Cito textualmente algunos párrafos de su intervención en las Sesiones del 8 y 17 de noviembre de 1923:

“Empiezo por pedir se abra expediente contra el anterior alcalde Juan López Fernández, por su negligencia y falta de celo, con ocasión de las epidemias de escarlatina y fiebre tifoidea que han existido en este pueblo, la primera desde noviembre del año pasado y la segunda desde enero del presente año... con lo cual no sólo cometió el atropello que supone tal proceder, sino que jugó con la salud del pueblo ...; habiendo ocurrido hasta muertes de personas a causa de dichas enfermedades, las que quizás se hubieran evitado de haberse tomado a tiempo las medidas sanitarias que las leyes vigentes y la ciencia aconsejan.”
“Felicito a este Ayuntamiento por el interés y acuerdos tomados por los Srs. Concejales que lo integran, creo que en la Sesión del 18 de octubre último, al tener conocimiento de la existencia en el pueblo de enfermos de difteria y les animo a que continúen velando por la salud del vecindario...”
“...la Junta Municipal de Sanidad, con no haberse vuelto a reunir en sesión desde el 19 de octubre pasado, dirigiendo principalmente mis censuras, por su negligencia y falta de celo, al Inspector Municipal de Sanidad, don Agapito Soberado Soberón, que no ha respondido (como es su deber por el cargo que ocupa) al estado de epidemia diftérica existente y pido que se reúna enseguida la Junta Municipal de Sanidad, así como la formación de expediente para depurar responsabilidades por lo que acabo de exponer.”
“Que siendo Moriles un pueblo de 2.218 habitantes, necesita una farmacia y un veterinario (Art. 93 y 95 de Instrc. De Sanidad)... Que el veterinario de Aguilar sale caro y no es completo su servicio.”
“Respecto al Bando del 15 de noviembre, presenta errores y está mal asesorado: es muy extremo y no conoce las condiciones del pueblo: sin alcantarillado, la Fuente y el lavadero público son escasos... Peligro de infección al arrojar las aguas fecales a letrinas y pozos ciegos por las fisuras y grietas tan abundantes en el terreno de Moriles.”
“... el estado de poca cultura que poseen sus habitantes. A parte de los señores maestros, el cura y los médicos, sólo hay dos personas que tengan alguna ilustración: El secretario Sr. Calles y el Juez Sr. Estrada. Lo que hace que se conviertan en mangoneadores y representantes de los políticos que el Directorio Militar barrió afortunadamente."

En las sesiones del 24 de noviembre y 1 de diciembre siguientes, el señor Torrecilla fue privado del uso de la palabra por la Presidencia por reiterativo en sus argumentos y abundar en ataques personales. Lo anecdótico de estas intervenciones, al más puro estilo del Manifiesto Regeneracionista de Primo de Rivera, ponen en evidencia la realidad local y los deseos de una parte de la población de que Moriles superase de una vez para siempre esas carencias que le venían marginando de los núcleos de población vecinos. De hecho, en noviembre de 1929, en un momento de cambios políticos que anunciaban el final de la Dictadura, Moriles solicita una Carta Municipal idéntica a la de Lucena “conforme a la conveniencia municipal en armonía con las condiciones de la localidad y de sus habitantes”. Moriles había conseguido la consolidación de su infraestructura urbanística y sanitaria y éstas habían impulsado la social y económica situándose a la altura de los municipios limítrofes. La red de carreteras y caminos vecinales también había logrado una notable mejoría facilitando las comunicaciones por carretera.

Pero la crisis de 1929 va a dar un nuevo giro a la sociedad. En enero de 1930 el Dictador presenta su renuncia al rey Alfonso XIII y el 12 de febrero la Corporación Municipal de Moriles, presidida por Cristóbal Bergillos Navarro, dimite en pleno a causa de “los cambios políticos que dejan desasistidas de autoridad a las Corporaciones”. Los problemas sociales habían cobrado prioridad y la población obrera de Moriles acude con esperanza a las elecciones municipales del 12 de abril de 1931. El municipio tenía ya una población de 3.224 residentes y 11 concejales electos. El jueves 16 de abril se celebró sesión extraordinaria presidida por el Delegado Republicano Francisco Velasco Aguilar, en la que fue nombrado primer alcalde republicano Juan Antonio Servián Moreno y “acto seguido -como se lee en el Acta-, y por el repetido Sr. Delegado, quedó proclamada la República en este Ayuntamiento izándose en el balcón la bandera republicana”. Breves años de esperanza, truncados por una guerra civil que nos sumiría en el oscurantismo de casi cuarenta años de dictadura franquista. Pero ese será otro capítulo en la historia de Moriles.
(1)Antonio Maestre Ballesteros, Historia de la Aldea de Zapateros, Siglos XVII-XX, pp. 159-160 y 210-218

(Publicado en Revista de Feria, Moriles, octubre 2009, pág. 36)

lunes, 29 de junio de 2009

Imágenes de Aportaciones de la Arqueología
















APORTACIONES DE LA ARQUEOLOGÍA A LA HISTORIA DE MORILES

Desde que en 1983 el Ayuntamiento iniciara de nuevo la edición de la Revista de Feria, ésta ha sido una magnífica ocasión para hablar sobre los orígenes y el pasado de nuestra localidad. En diversos artículos se ha ido abordando este tema y hoy parece ser que existe más conciencia, que la gente está más informada y que poco a poco vamos conociendo con claridad más detalles y nuevas circunstancias de lo que fue Moriles en un pasado reciente -Zapateros-, en un pasado más remoto -asentamiento de moriscos, dominación musulmana, colonización romana-, y así perdernos en la noche de los tiempos de la prehistoria.

Conocer el pasado no es una afición muerta y sin provecho; al contrario, es algo que nos da seguridad y confianza en construir el futuro. Los pueblos que tienen más claro su origen y sus raíces son los que actualmente están construyendo una sociedad más avanzada y de más progreso. Pero conocer el pasado supone respetar todos aquellos restos que de una u otra forma van llegando hasta nosotros. Pero desgraciadamente pocos de estos restos (piedras, cerámica, inscripciones, monedas, huesos, documentos, etc.) llegan a ser bien conocidos, estudiados y catalogados para formar una hipótesis aceptable sobre nuestro pasado. Hay quien tras encontrar una pieza la destruye o la pierde; otros la guardan tan celosamente -como si se tratara de un tesoro- que resulta imposible conocer su procedencia e incluso su existencia; otros, por fin, entierran cualquier hallazgo bajo el hormigón de una obra por el temor "de que le pase algo". No, no pasa nada. Simplemente habría que tomar unas fotos y unas muestras por parte de un experto y dejar constancia de la aparición o hallazgo.

BREVE RESEÑA DE RESTOS ARQUEOLOGICOS EN MORILES

Quiero ofrecer a continuación una recopilación de lo que hasta el momento la Arqueología ha podido aportar al conocimiento del pasado en nuestro término municipal. Me voy a referir al trabajo realizado por Fernando LEIVA BRIONES titulado Aportación a la historia de Moriles (Córdoba) y publicado en Crónica de Córdoba y sus pueblos 1, Asociación Provincial Cordobesa de Cronistas Oficiales, Córdoba 1989. Págs. 108-118. En dicho trabajo el autor describe hasta nueve yacimientos en el término municipal de Moriles y sus alrededores.

A. LA HUERTA
Se describe el testimonio de Antonio Ojeda López sobre aparición de un enterramiento y hachas de piedra. Cerámica romana, musulmana y moderna.

B. LAGUNA DEL RINCON
Material conservado por Juan Fernández Hinojosa (Fig. 1). Fragmentos de útiles de cuarcita, lasca de sílex y piedras pulimentadas.

C. ESTACÁ LA CASA
Útiles de cuarcita, una concha marina, vidrio soplado, terra sigillata lisa y T.S. decorada; cerámica común romana, restos de fundición y fragmentos de cerámica vidriada musulmana. El yacimiento viene fechado a partir del siglo II d.C. hasta comienzos de la Baja Edad Media.

D. OLIVAR DEL CONDE
Lasca de sílex; terra sigillata subgalica y terra sigillata hispánica.

E. LAS SANGRERAS
Material conservado por Flavio Verdú del Pino. Fragmento de Anfora vinaria (Fig. 2). Fragmento de vasija con marca estampillada (Fig. 3).

F. EL AGRAMAZON
Material y testimonio de Francisco de Paula Martos Agraz. Lucerna romana; tapadera de urceus en cerámica común y olpe (fig. 4).

G. CERRO POLLERO
Ánfora Dressel 7 para transporte de salazones (fig. 5)

H. CASCO URBANO
Capitel y basa jónico-romanos, conservada por Alberto Fernández, en calle Juan Carlos I. (fig 6,7 y 8)

I. LAHOJA
Fragmento de cuenco de cerámica sigillata y fragmento de lucerna (Fig. 9).
Hay que reseñar también las inscripciones latinas descritas por Flavio Verdú en Revista de Feria de Moriles, 1983. En número de cinco representan también un testimonio fehaciente de lo que puso ser un importante asentamiento romano de los siglos II al IV d.C.

Finalmente haré mención a las recientes apariciones, con motivo de unas obras, de la calle García de Leaniz y de la Carretera de Aguilar, muy similares y próximas, de unos enterramientos en nichos excavados en la tosca con útiles de piedra y cerámica. Esperamos que próximamente se pueda hacer un estudio de todo ello y nos abra un nuevo camino en esta tarea de encontrar las raíces de nuestro pueblo.

CONCLUSIONES

Podemos concluir entonces con Fernando Leiva en que aunque casi todo este material que se ha reseñado ha sido hallado fuera de su contexto estratigráfico, es decir, no se ha estudiado en el nivel del suelo al que debía corresponder en su propio yacimiento y pudo haber sido utilizado en otros lugares y en otros períodos de tiempo, sin embargo podemos afirmar que "en el actual término de Moriles el hombre ya estuvo presente, como mínimo, desde el Neolitico". Los periodos del Bronce Medio y la Epoca Prerromana van a dar una presencia humana menos importante en el lugar, aunque no se descarta una relación de tipo agrícola con la población tartesia o turdetana de la antigua Ipagro (Aguilar) o el oppidum de la actual villa de Monturque.

La que sí parece muy clara es la presencia romana a partir del siglo II d.C. probablemente con la profusión de villae que se convertirían en lugar de descanso para militares retirados o bien de “refugios de potentiores y posesores que huirían de la ciudad para no pagar los impuestos municipales" (Leiva Briones) como consecuencia de la crisis del imperio que a partir del siglo III d.C. trae también consigo la crisis de los municipios. Resaltemos también que nuestro término municipal estaba cruzado por una importante red de vías y caminos: vía de Córdoba a Antequera, de Astigi (Écija) a Igabrum (Cabra), etc.

Con la caída del Imperio las sombras caen de nuevo sobre nuestro término hasta la dominación musulmana y los posteriores asentamientos de moriscos en nuestras tierras que van a dar origen a nuestra historia más moderna.
(Publicado en Moriles, revista de feria octubre 1989)

viernes, 5 de junio de 2009

LA ALDEA DE ZAPATEROS DURANTE EL SIGLO XIX

Antonio CORTES CORTES

Muy poco sabíamos de la historia de Moriles, que aparece así como un desconocido, al sur de la Campiña cordobesa, enigmático, algo apartado de las líneas principales de comunicación. Apenas si conocíamos lo poco que los mayores nos habían contado: que Moriles fue antes una pequeña aldea llamada Zapateros, que tenía muy pocas casas y pocas calles y poca gente, que tenía una banda de música, que se emancipó de Aguilar de la Frontera constituyéndose en municipio en 1912. Estos datos, mezclados con algunas anécdotas y recuerdos de sus personajes más populares, han constituido la base de la tradición oral en Moriles, transmitida de padres a hijos. Como he repetido en varias ocasiones, "Moriles era un pueblo sin historia”.
Pero actualmente hemos reconstruido gran parte de la misma, desde mediados del Siglo Ilustrado hasta fechas muy recientes, aportando datos y abriendo un camino para nuevas investigaciones, o bien para profundizar en algunos aspectos de los ya estudiados. Con el presente estudio sobre datos tomados del Archivo Municipal de Aguilar de la Frontera, pretendo completar mi trabajo "La aldea de Zapateros hasta 1912" (1).

1. POBLACION Y MARCO URBANO

En los padrones vecinales del Ayuntamiento de Aguilar, para la segunda mitad del siglo XVIII, se contabiliza una población dispersa y muy variable de unos cuarenta "vecinos del campo". Sólo a partir de 1785 se especifican "vecinos de Moriles y Zapateros". Para ese año se contabilizan 47 vecinos, de los cuales 24 son jornaleros dedicados a tareas agrícolas. Con todo, la población rural durante este tiempo fluctúa constantemente según la época del año en consonancia con las labores agrícolas. Tampoco hay acuerdo en los diferentes censos en incluir o no juntos a los vecinos de Zapateros y de los Moriles. En el censo de quintas del año 1816 aparecen inscritos 30 mozos comprendidos entre los 16 y los 40 años, población que, comparada con la de 1849, suponemos próxima al 15% del total. El padrón vecinal de 1826 recoge 69 vecinos solamente en el núcleo de población de Zapateros, lo que supone una concentración ya notable de población si tomamos el coeficiente 4 para calcular el número de habitantes (ése será el coeficiente medio que vamos a tener a partir de 1830). De esta forma podemos aventurar los siguientes datos: 1785: 188 habitantes; 1816: 200 habitantes; 1826: 276 habitantes.
Pero es en el padrón general de 1830 cuando notamos el gran aumento de población de la aldea: 378 habitantes en el núcleo de Zapateros y 104 en los lagares de los Moriles; 482 en total. En los años sucesivos de esa década la población de Zapateros se hace estable, mientras que la de los lagares dispersos tienden a ir decreciendo. Así (2):
___________________________________________
____ZAPATEROS .....MORILES ...........T O T A L....................
1830... 378 almas ..........104 almas .........- vecinos y 482 almas
1834... 362 almas ............63 almas...... 105 vecinos y 425 almas
1835... 390 almas............ 84 almas ......114 vecinos y 474 almas
1836... 308 almas............... - almas ...........- vecinos y - almas
1840... 368 almas............ 50 almas .......116 vecinos y 418 almas
_______________________________________________
A partir de los años cuarenta, pasados ya los tiempos difíciles e inciertos de las guerras civiles, la población se va a ir recuperando rápidamente (3).
________________________________________
...........ZAPATEROS..... MORILES....... T O T A L...............
1849.....--......................- - .................-- vecinos y 513 almas
1855.....39 almas........ 17 almas ........135 vecinos y 556 almas
1865... 648 almas........ 47 almas ......180 vecinos y 695 almas
1887 ......-- almas ......--- almas.......-- vecinos y 1.043 almas

Deteniéndonos más detalladamente en el censo de población de 1849 para la mitad de la centuria decimonónica (4), comprobamos que figuran 80 edificios numerados con un total de 122 familias, ya que era frecuente el que varias familias habitasen un mismo edificio. El total de habitantes era de 230 varones y 283 mujeres, con una población eminentemente joven como vamos a ver:
De 0-10 años.......................173 almas (33,7%)
De 11-20 años.......................81 almas (15,7%)
De 21-40 años.....................139 almas (27,0%)
De 41-50 años.......................69 almas (13,1%)
De 51-60 años.......................27 almas (5,2%)
Más de 60 años.....................24 almas (4,6%)

Es de notar que la gran población de niños menores de 10 años (33,7%) da un tremendo bajón en la población de 11 a 20 años, lo que indica el altísimo índice de mortalidad infantil. También el índice de natalidad es elevadísimo: para este año se registran 22 nacimientos, lo que supone el 42,8 por mil.
En resumen, la aldea de Zapateros entra en la segunda mitad del siglo XIX con un caudal humano muy joven, que pronto se verá triplicado antes de finalizar la centuria.
Para el estudio del marco urbano de la población de Zapateros vamos a partir de aquellas "chozas humildísimas cubiertas con retamas" referidas a fines del siglo XVIII y citadas por el Diario de Córdoba de 21 de junio de 1912 (5). Del mismo modo el doctor Aranda Doncel describe, junto a los 13 lagares del pago de Zapateros, otras construcciones más humildes como "casas de campo de choza" y "casas de campo de teja y rama" (6). El núcleo primitivo de población quedará situado y definido, como veremos, entre las actuales calles de los Pozos y Avda. Andalucía, junto a la antigua ermita, donde estaban los Llanos de Zapateros, bajando hacia el pozo y la fuente pública en la Mojonera, lindando ya con la Huerta del Duque de Medinaceli, en el término de Lucena (7).
En 1826 tenemos ya el primer núcleo importante de población estructurado en cinco calles: calle del Pozo, calle Doblas, Plaza de san Jerónimo, Plaza de Gracia y Plaza de la Salud. A la calle del Pozo -porque conducía al pozo y fuente pública por la Alameda- se le conoce de siempre como calle de los Pozos. La calle Doblas debió de ser parte de la actual Avda. Andalucía; la plaza de san Jerónimo estaba situada frente a la antigua ermita y cementerio, y las plazas de Gracia y de la Salud debían de estar juntas y corresponderse a la zona de la actual plaza de abastos.
En 1830 aparecen cuatro nuevas calles que formarán una estructura casi definitiva de la aldea: calles Aguilar, Sol, el Sorbo y del Muerto; la plaza de la Salud pasa a ser plaza de la Paz. La calle del Sol, partiendo de la plaza de san Jerónimo, subía hacia el camino de Casablanca; la calle del Sorbo bajaba desde los Llanos de Zapateros hacia la Fuente; la calle de los Muertos (o del Muerto), lindando con la ermita y el cementerio, comunicaba la plaza de san Jerónimo con la de Gracia. En 1835 toma cuerpo la calle Mesones (actual calle Ancha) y calle del Agua, que unía la calle Doblas con la Fuente (actual Callejón), estructurándose ya casi definitivamente la aldea con once calles, aunque en los distintos padrones no se citen todos a la vez ni con el mismo nombre. En 1837 la plaza de san Jerónimo pasa a ser plaza de la Constitución, nombre que conservará hasta 1875.
En 1865 aparece ya la estructura urbana definitiva con las calles de Llano de Vistahermosa o Vistaalegre (actual Llano de la Posada), al final de la calle Mesones, calle de la Fuente y la Cochera. La plaza de Gracia y la plaza de la Paz se unifican en una sola, con lo que son ya trece el número definitivo de calles de la población. El padrón general de 1887 sigue asignando 13 calles a la aldea, aunque algunos nombres han desaparecido y aparecen otros nuevos como Aparicio, Carrera, Franco y Lobos.

El número de lagares del sitio de Zapateros -que a mediados del siglo XVIII era de trece (8)- en 1836 había disminuido, o al menos figuran como casas cerradas. Los nuevos propietarios y emplazamiento de los lagares eran:
- Don Agustín Alvarez, de Puente Genil, un lagar en calle del Pozo.
- Don Pablo Alba, de Monturque, un lagar en calle Aguilar.
- Don Diego Algar, de Lucena, un lagar en calle Aguilar.
- Don Francisco Martínez, de Aguilar, un lagar en plaza de la Salud.
- Don Cristóbal Cabeza, de Lucena, un lagar en plaza de la Salud.
- Don Bernabé Curado, de Lucena, un lagar en calle del Agua.
- Don José Lucena, de Cantillana, un lagar en plaza de Gracia.
- Don Juan Nepomuceno Ruiz, de Aguilar, un lagar en plaza de Gracia.
Del mismo modo, los lagares del pago de los Moriles se han reducido a 18. Veamos los propietarios de los mismos, que son señores residentes en Aguilar:
Don José Romero, don Francisco Melgar, don Segundo Balmaceda, don Francisco Martínez, don José Tablada, don Juan de la Cruz Gamero, don Juan de Mata Burgos, doña Andrea Vallejo, don José Ruiz, don Francisco Romero, don Francisco Dávila, don Manuel Moriana, don Antonio Castilla, don Francisco Franco, don José Hidalgo, don Alonso del Valle, don José Sauce y don Pedro de Vacas.
El padrón general de 1887 nos da los nombres de todos los lagares del término, nombres que aún perduran casi todos, aunque ya no sean, en su mayoría, más que eso, un nombre o un recuerdo de lo que fueron: Lagar del Monte, Lagar de Mora, El Pintado, El Bombo, La Corneja, Los Frailes, Matasanos, Dávila, El Corralón, Benavides, San Antonio, Valenzuela, Los Naranjos, Lagar Alto, Lagar de Jesús, Capellanía, Santiago, Los Morales, Abango, Fuente Romero, Casa Blanca, Niña Mejías, San José, Toledanos, Mesías, Moriana, Tercia, Higueruela, Cuquillo, Santa Cecilia, Galeote y Molino Nuevo.
2. VIDA LOCAL

La vida del pequeño núcleo de población de Zapateros ha girado siempre alrededor de las labores del campo en las fincas de los señores de Aguilar en los numerosos lagares que salpicaban los pagos de los Moriles. En 1818, al amparo del gobierno absolutista de Fernando VII, se constituye en el lugar una parroquia con su templo dedicado a san Jerónimo, dependiente del arciprestazgo de Aguilar.
La vida en la aldea se desarrolla entre la pobreza de sus jornaleros, que en el difícil año de 1836 sufrieron los saqueos de la expedición carlista del general Gómez a Andalucía (9). También Aguilar fue objeto de alzamiento y saqueo por parte de la facción, y así se lee en el libro de actas: "Toma razón de las pérdidas sufridas por los nacionales y vecinos liberales de esta villa en fuerza del alzamiento y saqueo de la facción" (10). Derrotadas las partidas carlistas, que prosiguieron su huida hacia Bailén para pasar Despeñaperros, los pueblos de la provincia colaboraron aportando víveres para las tropas nacionales. El 24 de octubre se lee en la sesión municipal: "Se oficie al alcalde de la población de los Zapateros, remita a disposición de este Ayuntamiento cien arrobas de vino con que deben contribuir aquellos vecinos en bestias también suyas, lo que deben conducir hasta entregarlas en Córdoba, teniendo en consideración de que en las circunstancias presentes no han sufrido pensión alguna ni han suministrado cosa alguna" (11). Los vecinos de la aldea aportan así lo único que poseían, el vino, para las tropas nacionales.

En 1853 se inicia un amplio expediente sobre el término municipal entre Aguilar y Lucena, que nos va a aportar datos más que suficientes para situar el origen y emplazamiento del pozo de la Alameda, junto a la Mojonera y la Fuente Vieja. Dicho pozo venía usándose por los vecinos de Zapateros para abrevar el ganado y era considerado como de uso público para la aldea, hasta que fue cerrado por don Francisco González, vecino de Lucena y labrador de la Huerta del Duque de Medinaceli. Las quejas de los vecinos hacen que medie el alcalde pedáneo Francisco Jiménez. El dictamen de los peritos es definitivo: el pozo se encuentra dentro del término de Aguilar, como a unas 44 varas del límite con Lucena, junto a la Huerta del Duque de Medinaceli. Así mismo se cita el testimonio de varios vecinos de Zapateros en este mismo sentido que explican que el citado pozo "fue fabricado por los señores Crespo de Aguilar, hace no pocos años" (12).

Los cambios políticos de la Primera República se van a hacer notar también en la aldea, que se encontraba en pleno crecimiento en el último tercio de siglo. El 12 de febrero de 1873 toma posesión el primer Ayuntamiento Republicano en Aguilar, y el día 27 de ese mes es nombrado alcalde pedáneo por la República en Zapateros, Francisco Javier Albalá, en sustitución de Juan José Doblas, que lo venía desempeñando hasta entonces (13). El movimiento obrero se deja sentir en todo el término municipal y en el número 3 de la calle Sol de Zapateros se establece un cuartel con varios números de la Guardia Civil. La represión es fuerte y el dirigente internacionalista de Aguilar, Antonio Chacón, huye a finales del 73 para evitar ser fusilado (14). El gobierno de Castelar reorganiza las Milicias Nacionales; en Aguilar quedaron constituidas el 8 de diciembre, contando entre sus miembros con 50 voluntarios de los Zapateros (15). La represión se hace entonces más violenta cuando "las fuerzas que perseguían a los republicanos atacaron en una viña a un grupo de obreros, matando a cinco de ellos", como narra el Diario de Córdoba del 21 de junio de 1912. Sobre estas cinco muertes no hemos encontrado referencia alguna ni en la obra de Juan Díaz del Moral, ni en el Registro Civil de Aguilar, ni en el libro de defunciones de la parroquia de san Jerónimo de Zapateros.

El año 1874 se inicia con el golpe militar del general Pavía. El día 6 de enero la autoridad militar constituye un nuevo Ayuntamiento en Aguilar, nombrando asimismo nuevos cargos y empleados municipales. El día 12 del mismo mes es repuesto en la pedanía de Zapateros Juan José Doblas (16). Este va a ser un año importante para Zapateros: se urge al Ayuntamiento de Aguilar que instale alumbrado de aceite en la aldea que carecía de él, aunque anteriormente ya había existido (17). Igualmente las obras de construcción del nuevo templo estaban próximas a finalizar y la aldea recurre también a Aguilar en busca de ayuda para concluir su iglesia. Pero no estaban las arcas municipales muy sobradas, pues por aquellas fechas eran notorios los problemas de liquidez del Ayuntamiento; tanto es así que los pocos concejales que quedaban en funciones proponen presentar su dimisión, lo que llevan a efecto el día 28 de julio de 1874 (18).

Y concluimos esta visión del siglo XIX en la aldea de Zapateros con una referencia más al padrón general del 31 de diciembre de 1887, hace ahora exactamente cien años (19). De las 288 familias que formaban ya la población de Zapateros, en 219 figuran todos sus miembros como jornaleros; otras 33 también están relacionadas con el sector primario: 12 propietarios, con 38 almas; 10 labradores, con 28 almas; 8 muleros, con 28 almas; 2 hortelanos, con 7 almas; y 1 cabrero, con 4 almas.
Las 36 familias restantes se repartían las actividades de la siguiente forma: 5 zapateros, 24 almas; 3 sirvientes, 5 almas; 3 carpinteros, 7 almas; 3 industriales, 20 almas; 3 herreros, 15 almas; 2 corredores, 7 almas; 2 maestros, 2 almas; 1 panadero, 2 almas; 1 escribiente, 3 almas; 1 herrador, 3 almas; 1 párroco, 1 alma; 1 albañil, 2 almas; 1 yesero, 1 alma; 1 organista, 2 almas; 1 estanquero, 4 almas; 1 sacristán, 3 almas; 1 comerciante, 2 almas; 1 dependiente, 2 almas; y 1 posadero, 2 almas.
En total, 288 familias y 1.043 almas, organizadas en todos los sectores necesarios para la marcha de una pequeña población que muy pronto, apenas un cuarto de siglo, se iba a ver abocada a la difícil aventura de su emancipación como municipio independiente.

El farmacéutico, don Pedro Franco y Franco, de Aguilar, quien representó un papel importante en la aldea como intermediario ante el Ayuntamiento matriz, el párroco don Francisco Córdoba Alba y los maestros don Francisco Velasco Moreno y doña Catalina Moreno Vera, formarían el clásico cuadro de las cultas tertulias de rebotica en la aldea que carecía de médico y veterinario. Contaba, sin embargo, con un experto maestro herrador, José Carmona Luque, cuyo hijo, Rafael Carmona Ortiz, representó más adelante el papel de inspector local de sanidad (20). El escribiente de la pedanía, Antonio Jiménez Ruiz; el estanquero, Abundio Cortés Vida, que tenía el estanco en el número 4 de la calle Mesones; y el organista de la parroquia, cerraban el núcleo de las fuerzas cultas de Zapateros, una población con más del 92% de analfabetos, que no contaba más que con la riqueza de sus tierras, y el corazón de sus jornaleros, grande como la tierra misma que labraban.

(1) CORTES CORTES, A.: "Zapateros y Moriles: de aldea a municipio independiente". Moríles: Estudios históricos. Moriles, 1987, PP. 38-46.
(2) (A)rchivo (M)unicipal de (A)guilar. Padrones vecinales. Legs. 210-213.
(3) A.M.A. Padrones vecinales. Legs. 214-223.
(4) CORTES CORTES, A.: "La población de Zapateros en 1849". Moriles, núm. 9. Moriles, 1987, p. 6.
(5) CORTES CORTES, A.: Moriles: Estudios históricos, p. 38.
(6) ARANDA DONCEL, Juan: Moriles: Estudios históricos. "Los pagos de los Moriles y Zapateros en el siglo XVIII". Moriles, 1987, PP. 27-28.
(7) CORTES CORTES, A.: op. cit., PP. 42-44.
(8) ARANDA DONCEL, J.: op. cit., p. 27.
(9) CORTES CORTES, A.: op. cit., PP. 39-40.
(10) A.M.A. Actas capitulares, 22 octubre 1836. Leg. 132, fol. 127.
(11) A.M.A. Actas Capitulares, 24 octubre 1836. Leg. 132, fol. 128.
(12) A.M.A. "Amojonamientos y deslindes", leg. 206.
(13) A.M.A. Actas Capitulares, 12 y 27 de febrero, 1873. Leg. 141.
(14) CORTES CORTES, A.: op. cit., p. 40.
(15) A.M.A. Actas Capitulares 8-12-1873. Leg. 141.
(16) A.M.A. Actas Capitualres 6 y 12 enero 1874. Leg.
(17) A.M.A. Actas Capitulares 16-4-74. Leg. 141.
(18) A.M.A. Actas Capitulares 18-6-74 y 28-7-74. Leg. 141.
(19) A.M.A. Padrón General 1887. Secc. 7ª, pp. 173 y ss.
(20) CORTES CORTES, A.: op. cit., p. 64.

(Publicado en “Crónica de Córdoba y su pueblos” Asociación Provincial Cordobesa de Cronistas Oficiales. Córdoba, 1989)

miércoles, 13 de mayo de 2009

A propósito del lugar conocido como "Las Cinco Cruces"

Una consulta hecha por nuestra amiga y paisana la escritora Paca Contreras sobre el topónimo Las Cinco Cruces, me ha llevado a investigar sobre el nombre dado a ese paraje que se encuentra a la derecha del Camino de las Vigas en su comienzo por la carretera de Puente Genil. Allí, hasta hace poco, se han podido observar, grabadas en un olivo, cinco cruces. Cuando con el paso del tiempo, la corteza del olivo comenzaba a borrar el tajo abierto a navaja sobre su tronco, nunca ha faltado una mano, amante de los recuerdos, que haya vuelto a abrir aquellas simbólicas marcas que han llegado hasta nosotros hablándonos de hechos, trágicos hechos en este caso -las cruces nos hablan de muerte-, que se pierden en el recuerdo de los mayores.

Hoy toca resucitar aquellos hechos, aquellas muertes. La única referencia que he encontrado sobre ellas es en el Diario de Córdoba del 21 de junio de 1912 que en un artículo dedicado a la reciente emancipación del Municipio de Moriles del de Aguilar y relatando los hechos más importantes que se recordaban entonces sobre la antigua aldea de Los Zapateros y los pagos de Los Moriles, narra que durante la Primera República "las fuerzas que perseguían a los republicanos atacaron en una viña a un grupo de obreros matando a cinco de ellos" Sobre estos hechos no he encontrado mención alguna ni en la Obra de Juan Díaz del Moral, ni en el Registro Civil de Aguilar ni en el libro de defunciones de la Parroquia de San Jerónimo de Zapateros. Todo queda, pues, perdido en la leyenda, en el misterio. Sólo una referencia, sin firma, sin documentación alguna, sin citas, escrita cuarenta años después de los hechos.
Vamos a situar la aldea de Zapateros en este hecho histórico del último tercio del siglo XIX. En 1865 el número de habitantes entre los pagos de Los Zapateros y Moriles era de 695; y en 1887 ya había aumentado a 1.043 1. El índice de natalidad para ese año era del 42,8 por mil. También para el año de 1865, la estructura urbana de la aldea se había configurado definitivamente con trece calles:
ler Núcleo (1826): calle del Pozo, calle Doblas (Av. Andalucía), Plaza de San Jerónimo, Plaza de Gracia y Plaza de la Salud (Abastos)
2º Núcleo (1830): calle Aguilar, calle Sol (Alta), el Sorbo y del Muerto; la Plaza de la Salud pasa a llamarse de la Paz; la calle del Sorbo bajaba desde los Llanos de Los Zapateros hasta la Fuente; la calle del Muerto (o de los Muertos), lindando con la ermita y el cementerio antiguo, comunicaba la Plaza de San Jerónimo con la de Gracia. En 1835 toma cuerpo la calle Mesones (Ancha) y la calle del Agua (Callejón). En 1837 la Plaza de San Jerónimo pasa a llamarse Plaza de la Constitución, nombre que conservará hasta la Restauración con Alfonso XII en 1875.

El padrón general de 1887 nos da los nombres de los lagares del término, nombres que aún perduran casi todos, aunque ya no sean más que eso, un nombre o un recuerdo: Lagar del Monte, Lagar de Mora, El Pintado, El Bombo, La Corneja, Los Frailes, Matasanos, Dávila, El Corralón1 Benavides, San Antonio, Valenzuela, Los Naranjos, Lagar Alto, Lagar de Jesús, Capellanía, Santiago, Los Morales, Abango, Fuente Romero, Casa Blanca, Niña Mejías, San José, Toledanos, Mesías, Moriana, Tercia, Higueruela, Cuquillo, Santa Cecilia, Galeote y Molino Nuevo.

Los cambios políticos de la Primera República se van a notar en la aldea que se encontraba en pleno crecimiento. El 12 de febrero de 1873 toma posesión el primer Ayuntamiento Republicano en Aguilar y el día 27 de ese mes es nombrado alcalde pedáneo por la República en Zapateros, Francisco Javier Albalá, en sustitución de Juan José Doblas que lo venía desempeñando hasta entonces 2. El movimiento obrero dirigido por Antonio Chacón, internacionalista de Aguilar, se hace fuerte en la zona, pero el gobierno de Castelar reorganizó las Milicias Nacionales; en Aguilar quedaron constituidas el 8 de diciembre contando entre sus miembros con 50 voluntarios de Zapateros. 3 También en el número 3 de la calle Sol se establece un Cuartel con algunos números de la Guardia Civil. La represión se hace entonces muy violenta y es cuando se produce el ataque a ese grupo de obreros causando cinco muertos. Por estas fechas se produce también la huida de Chacón para evitar ser fusilado, como narra Díaz del Moral 4.

El año 1874 se inicia con el golpe militar del general Pavía. El día 6 de enero la autoridad militar constituye un nuevo Ayuntamiento en Aguilar, nombrando asimismo nuevos cargos y empleados municipales. El día 12 del mismo mes es repuestos en la pedanía de Zapateros Juan José Doblas 5. Este será un año importante para la aldea: se urge al Ayuntamiento de Aguilar para que instale alumbrado de aceite 6. Igualmente las obras de construcción del nuevo templo estaban próximas a finalizar, aunque los problemas económic9s fueron graves debidos a la falta de liquidez del Ayuntamiento de Aguilar.

En el padrón general del 31 de diciembre de 1887 aparecen las 288 familias repartidas por actividades: jornaleros (219 familias), propietarios (12 familias), labradores muleros, hortelanos, zapateros, industriales, herreros, etc. El farmacéutico, don Pedro Franco y Franco, el párroco, don Francisco Córdoba Alba, los maestros, don Francisco Velasco y doña Catalina Moreno, formarían el clásico cuadro de las cultas tertulias de rebotica en la aldea que carecía de médico y veterinario. El escribiente de la pedanía, Antonio Jiménez Ruiz, el estanquero, Abundio Cortés Vida, y el organista de la parroquia cerraban el núcleo de las fuerzas cultas de Zapateros, una población con más del 92 % de analfabetos que no contaba más que con la riqueza de sus tierras y el corazón de sus jornaleros, grande como la tierra misma que labraban.

Las Cinco Cruces, entre la leyenda y el misterio, están ahí para recordarnos que la muerte es la compañera inseparable en la historia de los pueblos. Moriles no podía ser menos.

1 (A)rchivo (M)unicipal de (A)guilar. Padrones vecinales. Legs. 214-223.
2 A.M.A. Actas Capitulares 12 y 27 de febrero, 1873. Leg. 141;
3 A.M.A. Actas Capitulares 8-12-73. Leg. 141.
4 Vid. CORTES A.: Moriles. Estudios históricos, pág. 40.
5 A.M.A. Actas Capitulares 6 y 12 enero 1874. Leg. 141.
6 A.M.A. Actas Capitulares 6-4-74. Leg. 141.
(Publicadio en Moriles, Revista de feria, año 1995, p. 59)

domingo, 10 de mayo de 2009

El término municipal de Moriles: un proceso inacabado.

Por Antonio Cortés Cortés
Cronista oficial de Moriles

Como quiera que últimamente se ha removido de nuevo el tema del término municipal de Moriles diciéndose que ese asunto no se había estudiado hasta el momento, me permito repasar las líneas generales que se han seguido en dicho proceso, remitiéndome al estudio que en su día publiqué en el libro Moriles: Estudios históricos, p.p. 46-52, basado en el extenso expediente que existe en los archivos municipales y en las actas de sesiones municipales desde los años 1912 al 1958.

Este largo proceso comienza con una primera etapa que va de junio de 1912 a febrero de 1913. El 23 de agosto de 1912, a partir de la creación de Moriles como municipio independiente, se constituyó en Córdoba la Junta Demarcadora de términos, presidida por el Ingeniero Director del Servicio Agronómico Catastral don José Fernández Bordas y formada por representantes de los Ayuntamientos de Moriles y Aguilar. Esta Junta comienza sus actuaciones aprobando en una reunión en Córdoba los límites y el croquis de la línea demarcadora así como los nombres de los propietarios de las fincas linderas; en otra reunión celebrada en el cortijo El Chato se aprobó la demarcación material y demás divisiones a que se refiere el artículo 6º de la Ley Municipal.

Pero las actuaciones de la Junta quedaron en suspenso y no consiguieron una delimitación definitiva del término por causa de los desacuerdos entre ambas partes reflejados en las Actas de las reuniones de Aguilar de fecha 27 de diciembre de 1912 y la de 4 de enero de 1913, que fue publicada definitivamente en el Boletín Oficial de la provincia nº 40 con fecha 15 de febrero de ese año. El término municipal había sido adjudicado provisionalmente por la ley de 18 de junio de 1912 (Gaceta del 25) con arreglo al artículo 7º de la ley de 23 de marzo de 1906 con una superficie de 2.194 hectáreas, 65 áreas, 25 centiáreas.

Así quedaron las cosas en una situación de provisionalidad un tanto oscura, pues las Actas municipales del 1913 y primeros meses del 14 no aparecen en los archivos y por tanto se desconocen más datos sobre el asunto. Solamente al iniciarse la 2ª República y por presiones de las organizaciones obreras, el Alcalde republicano Francisco Ruiz Dadillos inicia de nuevo los trámites en febrero de 1932 solicitando al Director General del Instituto Geográfico Estadístico y Catastral el trazado de la línea definitiva a fin de conocer los verdaderos límites del término municipal. Los trámites se inician rápidamente de acuerdo con la nueva legislación del Reglamento sobre población y términos municipales de 3 de julio de 1924. Miguel Estrada Lara realiza un plano del término con los límites que se le habían asignado y otro basado en los límites naturales del terreno “con el fin de acreditar de una manera gráfica la forma caprichosa, irregular y arbitraria en que fue cortado el término de este pueblo.”

Las organizaciones obreras presionaban para una rápida solución del problema sobre todo a causa de los trabajos agrícolas que se efectuaban en Castillo Anzur y en el final de la calle de los Pozos y la antigua Alameda. Hacía falta saber en qué término municipal se estaban realizando las labores agrícolas. En octubre de 1933 el expediente estaba prácticamente concluido y se esperaba la visita de los Ingenieros del Instituto Geográfico y Catastral para el deslinde definitivo, pero los continuos cambios políticos que se suceden a partir de diciembre del 33 que terminarían con el golpe de julio del 36 abortan de nuevo la solución del problema.

La última etapa va a durar desde el año 42 al 51, en plena época franquista, y fue iniciada por el Ayuntamiento presidido por el médico don José Jiménez Jimena. Se promueve de nuevo el expediente que es remitido con un informe al Instituto Geográfico y Catastral. El ingeniero comisionado hace una propuesta de línea demarcadora y el expediente es elevado al Ministerio de la Gobernación quien decide oír al Consejo de Estado antes de fallar sobre el asunto. Con el dictamen favorable del Consejo de Estado, el Consejo de Ministros resuelve también favorablemente conforme a la propuesta del Ministerio de la Gobernación quien publica la Orden ministerial definitiva de deslinde de términos en enero de 1947 según lo dispuesto por el Instituto Geográfico y Catastral, en sentido favorable a los intereses de Moriles.

No se hizo esperar el correspondiente Recurso Contencioso-Administrativo por parte del Ayuntamiento de Aguilar que fue resuelto, después de casi cinco años, el 21 de diciembre de 1951, revocando la Orden Ministerial de enero del 47 y dejando de nuevo inconclusa la delimitación del término municipal de Moriles. Esta sentencia del Tribunal Supremo es la última palabra legal hasta el momento.

Mirando un poco a nuestro alrededor y comparando con nuestro caso, está el de Nueva Carteya, que en 1953, vio finalizar el difícil problema del deslinde de su término municipal del de Baena. Moriles es actualmente el término municipal más pequeño de la provincia de Córdoba –reducido a 1.957 hectáreas frente a las 18.290 de promedio de toda la provincia -. No niego que un nuevo intento de acabar satisfactoriamente el proceso carezca de dificultades, sobre todo contando con la sentencia negativa del Supremo, pero también creo que vale la pena que nuestros ediles se tomen el asunto con interés y demuestren que los tiempos han cambiado. El reto está en saber si los intereses que movían a los que se opusieron con tanto empeño en que el proyecto siguiera adelante no sean los mismos que puedan mover todavía a ciertos sectores que van a hacer todo lo posible para que, a fin de cuentas, el deslinde de términos siga siendo un proceso inacabado.
Ayamonte, julio de 1999
(Publicado en Moriles, revista de feria, octubre 1999)

jueves, 7 de mayo de 2009

"Historias de un Pueblo sin Historia" y Paula Contreras

Antonio Cortés Cortés
Cronista oficial de Moriles

Repasando hace unos días algunos papeles antiguos, di con una tarjeta que Paula Contreras me envió el 8 de junio de 1990, seis días después de la presentación en Moriles de su novela "Historia de un pueblo sin historia", primera de su maravillosa trilogía basada en la historia de Moriles. En ella me pedía que le enviara las palabras que en dicha presentación dije sobre su persona y su novela. Han pasado ya once años (y mucho ha llovido desde entonces) y la verdad es que no recuerdo si le envié o no esas palabras. Por eso, y tratando de acortar la distancia que nos separa con un nuevo encuentro en esta Revista de feria, y para que las nuevas generaciones de morilenses sepan que ahí está Paca Contreras y su obra con su memoria prodigiosa, la memoria de los comienzos de un pueblo, voy a reproducir el texto de aquellas palabras de pre­sentación con el deseo de que esta memoria de Moriles dure para siempre.
Moriles, 2 de junio de 1990.

Antes de presentar en este sencillo acto a la autora de la novela "Historias de un pueblo sin Historia", quisiera dejar bien clara la importancia que este hecho tienen para Moriles y la importancia de que un grupo de morilenses esté aquí pre­sente demostrando que la cultura ya no es algo ajeno a nuestro pueblo. Realmente podemos decir que hoy es un día importante para Moriles porque nace un libro, una novela escrita por una morilense, que narra unas historias apasionantes en un marco maravilloso de sensibilidad humana y ternura que dan vida y actualidad a nuestro pueblo cuando aún no era más que una pequeña aldea.

De todos los libros que han llegado a mis manos, sin duda alguna que éste, que esta noche se presenta en Moriles, tiene para mí un signifi­cado especial. Después de haberlo leído y haber experimentado tantos y tan intensos sentimientos durante su lectura, se me agolpan infinidad de ideas que quisiera decir a la vez y que no hacen sino hacerme más difícil su presentación en pocas pa­labras junto a su autora.

Paula Contreras, Paca, como todos la cono­céis, nació un año antes que Moriles en el lagar de los Motivos; agonizaba la aldea de los Zapateros cuando ella nacía. Yen esa agonía frenética, de la aldea, alumbrando la vida de un nuevo pueblo, nació Paca llena de aldea, de pueblo, de campo, de gente humilde y trabajadora, de chozas de jor­naleros, de las hierbas y las flores de los vallados, del aire de las viñas y los olivos, del agua de los arroyos... Paca ha guardado desde siempre la voz de su tierra y esa voz es la que ahora sale y habla por ella en este libro.

Curiosamente, al leerlo, no pensaba, como sería natural, en su autora, sino que algo mágico y extraño hacía que pensara en mí mismo, sin­tiéndome como parte de aquella historia, de aque­lla tierra, de aquellas gentes de la novela. Y es que la novela de Paula Contreras tiene el poder evocador de la tierra que nos llama y nos atrae hacia nuestras propias raíces.

Yo conocí a Paca no hace mucho, hacia 1983, a raíz de mi nombramiento como Cronista Oficial de Moriles y las publicaciones de las Re­vistas de Feria y del Periódico "Moriles". Me ale­gró mucho saber que una paisana nuestra, maestra de escuela, guardaba tantos y tantos secretos de la historia de nuestro pueblo, de esa historia que no está escrita en los archivos ni en los libros, sino en las gentes, en los campos, en el aire... El cronista busca un dato para reconstruir la historia, o al menos para acercarse a ella, el escritor, el poeta, la recupera íntegra, como por inspiración, y crea su propia historia que tal vez sea más verdadera.

Con tu novela, Paca, has hecho algo que tal vez ni pensabas siquiera: has encontrado nuestras raíces como pueblo. Todos los lugares de la anti­gua aldea de los Zapateros están ahí desde siem­pre y para siempre: los pequeños cerros, los cami­nos, la Huerta, los Granados, la antigua iglesia y el cementerio, lagares, cortijos y campo, mucho campo lleno de historias de amor, de sufrimiento, de sudor, de engaños, de muerte. Y todos tus per­sonajes (Tole, Maria, José Manuel, Crucita, Morachita, María Victoria, don Diego, Dolores, Ramón, Dieguito, don Emilio y el tío Goro) están aquí y ahora, vivos y presentes todavía. Ellos nos van enseñando en la novela la importancia que tie­ne el estar vivos, la importancia de esas cosas in­significantes y que apenas miramos: el color de la tierra, la presencia de un jaramago, el olor del aire, la respiración, el sudor de los cuerpos, el vaho, el aliento, los pequeños sonidos que trae el aire, el brillo de los ojos, el movimiento de un cuerpo al andar...

Con la presentación de tu obra -finalista del premio Nadal- en Moriles, das un paso más en una serie de presentaciones de la misma que empezara en Puerto Real, donde vives y has encontrado el calor necesario para dedicarte a tu tarea de espo­sa, madre y escritora. Ayer fue en Córdoba; luego vendrán Cádiz y Jerez. Pero ya verás cómo estos amigos de Moriles van a leer tu Obra con unos ojos distintos a los demás, porque cuando tú ha­blas en la novela, no eres tú, sino la tierra de Moriles que entró en ti un día cuando la aldea de Zapateros agonizaba, y hoy sale fuera hecha libro, hecha vida, hecha poesía.

Gracias, Paca, por tu Obra, en nombre de Moriles.

(Publicado en Moriles, Revista de Feria, octubre del 2001)

El origen de Moriles en el recuerdo de Paula Contreras

En julio de 1984 (tenía entonces 73 años), Paula Contreras, accediendo a una petición mía, plasmaba sus primeros recuerdos sobre Moriles en una densa y amplia carta que, por su contenido, creo debo poner al alcance de todos los seguidores de este blog. La divido en cinco páginas según su contenido.