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miércoles, 10 de noviembre de 2010

“A LOS MARTIRES DE LA DEMOCRACIA ESPAÑOLA EN MORILES 1936-1937” (Fin)

El testimonio de Francisco Montemayor
Tan sólo los tres primeros nombres y el último, aparecen nominativamente en el estudio de Francisco Moreno. Como bien dice éste, en los registros civiles de los juzgados y de los cementerios tan sólo viene reflejándose aproximadamente un tercio de los desaparecidos y en Moriles tenemos la prueba, con creces, de esta estimación. Los verdugos nunca quieren dejar pistas por lo que pudiera pasar y, de hecho, se dictaron instrucciones precisas para que no inscribieran a los asesinados en los R.C. con la intención de dejar el menor rastro posible. Tanto es así, que los que aparecen registrados lo hacen a partir de los años cuarenta cuando sus descendientes varones tienen que incorporarse al servicio militar y sus padres andaban desaparecidos, constando esta circunstancia como “delito común” o “fulano”.
En consecuencia, para complementar la relación, que sigue siendo incompleta, ha sido fundamental el testimonio vivo de un ser entrañable de nuestro pueblo. Su nombre es Francisco Montemayor Alcalá, más conocido como “el Sastre”, vive en la calle Canalejas, en “las escalerillas”. Es el anciano morilense con más años a sus espaldas, 93 años, ni más ni menos, y conserva toda la lucidez mental que una persona, a su edad, quisiera desear. Tan sólo una ligera sordera y algo de parkinson. En los años de la II República estuvo afiliado a las Juventudes Socialistas, junto a su amigo Manuel y un hermano suyo. El primer encuentro fue paseando por su calle, gancha en mano. Al principio no me conocía pero en el momento que le dije “del Marqués” quedo claro mi reconocimiento. Tuvo la generosidad de narrarme, con un lenguaje claro y locuaz, sus vivencias en la España del 36-37. Recuerda, al dedillo, como su amigo del alma Manuel Carmona Llamas, de 18 años, “hijo del Pavito”, junto a su padre Francisco Carmona, de 50, “el Pavito”, fueron fusilados en el camino del cementerio. Cuenta que a él también lo podían haber eliminado, pues, como él dice, no le pedían el carné de identidad a nadie. En este clima de terror, pasó muchísimo miedo y su mayor deseo era irse a la guerra para no morir como su amigo: “Cuando me llamaron para la guerra, con 19 años, parecía que había vuelto a nacer. Me mataran pero no moriré con las manos amarradas con alambre”, exclama. Se tuvo que incorporar a las filas de los verdugos de sus propios amigos y vecinos. ¡Qué guerra esta! Cuando regresó de la guerra, tuvo que jurarle a su madre que jamás aparecía en las listas electorales, promesa que ha sabido cumplir.
Continuando con la narración, ese trágico día, como tantos otros, acompañaba a Manuel a un melonar que éste tenía en “ la asa del Hornillo” pero al llegar a la Fuente Vieja se bajó de la burra y quedó que lo esperaría allí, de tal manera que Manuel continuó sólo en su ruta, sólo con la compañía del animal y del código militar de la Benemérita, para opositar a la Guardia Civil, pues ese era su mayor deseo al tener un familiar del cuerpo en Almodóvar del Río. Su aspiración quedó sesgada por la muerte de ambos a manos de los insurrectos. Seguimos. Cansado de esperar, Francisco, se retiró a su casa, donde, a la 1h p.m., acudió la tía de Manuel, Carmen Llamas, y le comunicó que habían detenido a su sobrino y venía carretera arriba. ¡Miles de veces, se ha preguntado que hubiese sido de él si le hubiese acompañado ese día! Posteriormente, dos falangistas o Guardias Civiles, tanto monta monta tanto, arrestaron a su padre que estaba injertando a la yema en Pollero. Trató de esconderse pero fue descubierto. Esa misma madrugada fue fusilado junto a su hijo, los dos con las manos amarradas con alambre. Al parecer, Manuel planteó a los verdugos que si mataban a su padre tendrían que matarlo a él también pero no sabemos si fue un acto de amor a su padre, que sin duda lo tendría, o un pretexto para justificar su crimen. Al día siguiente, junto a Manuel Llamas, tío de su amigo, llegaron al lugar del crimen y no estaban los cadáveres, ni de ellos ni de dos víctimas más procedentes de las Navas del Selpillar, Romerillo y Juan Cabezas, sólo quedaba la gorra de Manuel con un orificio de bala en la visera. Se acercaron al cementerio y observaron algo parecido a un enterramiento provisional donde asomaba una rodilla de alguno de los cuatro. Posteriormente, el enterramiento desapareció, para no dejar testimonio. “Manuel, como su padre, era socialista, muy listo, charlaba mucho y por eso lo mataron, aunque también pienso que su trágico final pudo ser motivado por rechazar la petición de afiliarse a Falange, pues él no le hizo daño a nadie”. Tiene que ser horrible el anuncio de tu muerte y la de tu padre siendo inocentes. “Antes de la revuelta, estábamos un día en la Casilla Porras, juntos los dos, y se acercaron varios falangistas. Uno de ellos le llamó y bajo una acacia hablaron. Cuando volvió le pregunté qué querían y me dijo que le habían planteado apuntarse a la Falange, y ¿eso que es?, contestándome que era un grupo paramilitar que estaban formando para actuar en contra del gobierno y, por tanto, no se afiliaría”. También en ese mismo lugar, al existir una taberna regentada por Antonio “El Tosano”, nos reuníamos para escuchar flamenco y tomarnos unas copas. En una ocasión, la Guardia Civil vigiló el entorno para ver si sonaba una canción cuya letra decía: “El que viva en el año 2.000 verá con frecuencia los tiempos cambiar pues cualquiera que una cosa pida en aquel momento te la aprobarán”. Pero él no la ponía. Era listo pero no comunista, ni revolucionario”. Preguntado por el clima de violencia que existía en el pueblo, tras las elecciones del 16 de febrero, responde que normalidad absoluta y tranquilidad, nada de violencia por parte alguna. En el resto de la provincia, Francisco Moreno recapitula 5 actos violentos de las izquierdas frente a 13 de la derecha.
Una práctica habitual y extendida por los sublevados era rapar el pelo a algunas mujeres para tratar de estigmatizarlas y agraviarlas, dando igual que a sus maridos lo hubiesen matado o estuvieran desaparecidos, solteras o casadas. Aunque no sean el caso, la madre e hijas de Cachas, la Manillona, mujer del Manillón, son algunas de las que visualiza, Francisco, en el callejón. También el aceite de ricino era dado a beber con bastante ligereza. Sigue hablando Francisco: “el Mariquilla” estuvo escondido largo tiempo, de 2 a 3 meses, en un corralón-ramonera de la Matallana. Tan sólo su madre y hermana lo visitaban a hurtadillas para llevarle algo de comida. Un determinado día fue descubierto por unos críos que ante el aspecto de dejadez que presentaba, con larga y mugrienta barba, lo imaginaron como un destripador dando la voz de alarma a la que acudieron miembros de falange dispuestos a darle un trago de ricino. Al día siguiente, toda su familia se autoexilió del pueblo y no volvieron nunca jamás. Pero cosas de la vida, estando un día de cacería por los Dávalos, junto a Vicente Lojanco, cruzaron mirada con una persona al que creyó reconocer. Lo siguieron y, efectivamente, tras abrazarse, les dijo que era el Mariquilla pero ante la pregunta donde vivía quedó mudo.
En otra ocasión, poco después de asesinado su amigo Manuel, se encontraba en la Huerta con 4 ó 5 críos y con Cristóbal “el Macaco” que estaba construyendo un horno de carbón. Al parecer, cuando Francisco señalaba con el dedo hacía el pueblo apareció un coche cuyos ocupantes, dos “señoritos” de Lucena, ”borrachos perdios”, salieron rápidamente del vehículo, con fusiles amenazantes, preguntando quien les había señalado y donde estaba. Segundos antes, Manuel ya había huido presa del pánico, y Cristóbal les respondió a estos que eran unos niños, a los que ellos contestaron que figuraba uno más grande (18 años tenía). En esos momentos, pasó una pareja de falangistas que iban de guardia a la Estación de Moriles, en la Navas, y les comunicaron que ellos se encargarían de buscarlo. Piensa Francisco, que si no sale huyendo, lo montan en el coche y en cualquier sitio le hubiesen pegado un tiro. De ahí su ansiedad de incorporarse a la guerra para no morir “con las manos amarradas con alambre”, frase que repite con insistencia y coraje.
Otro hecho que nos sigue narrando, sin cansancio, sin torpeza alguna y con una memoria de elefante, es el motivo por lo que piensa que a su padre nunca lo detuvieron y, por ende, a él mismo. Este formaba parte de la mesa electoral como presidente y en las últimas elecciones de Acción Popular su abuela se dirigió a emitir su voto de la mano de la presidenta del partido conservador en Moriles. La sorpresa fue de ambos al ver, por un lado, la presidenta al hijo de la anciana de presidente de mesa y, de éste, al ver a su madre con la presidenta. No obstante, bajó la cabeza y se emitió el voto que a todas luces sería inducido. Este gesto fue lo que, muy probablemente, pudo salvarles la vida en el futuro.
Una anécdota, que relata Francisco, de aquellos años, le ocurrió en los Toleanos, lagar donde él se crío. Su propietario era Miguel Víbora y su ideología masónica. Nombrado gobernador de Badajoz en la II República, fue detenido y salvado de la muerte por su hermano Antonio Víbora. Le impusieron la condena de 2 años de cárcel domiciliaria, la cual cumplió en los Toleanos. Un buen día, antes de la revuelta militar, Víbora le dijo: Francisco hoy no bebas vino del cono, vas a probar un vino que sólo mi gran amigo, Niceto Alcalá-Zamora, Presidente de la II República, y yo, degustamos, nadie más. Y así fue como cató el vino que estaba reservado y destinado, exclusivamente, a ese gran político priegense, exiliado durante el alzamiento y la guerra.
(Foto tomada, entrepáginas, del libro Memorias del General Yagüe, otro carnicero y resabiado africanista que, al igual que, el resto del generalato sublevado, no ganó una guerra, y quiso ganársela a los suyos propios. En su avance por Extremadura asesinó a 4.000 presos “para tener bien cubiertas las espaldas”. No bastaba conquistar el territorio, había que exterminar a la generación política demócrata. En el 36 Europa no estaba divida entre comunistas y anticomunistas, sino, entre fascistas y antifascistas, fundamentalmente. En España también, aunque aquí, por desgracia y al contrario que en Europa, el fascio venció.)

Por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la guerra civil y el golpe militar que la provocó, me adhiero a la propuesta de la Asamblea Parlamentaria del Concejo de Europa que ha solicitado al Gobierno español que “el 18 de julio se declare día oficial de condena del régimen de Franco”.
Acabando, a modo de reflexión, enlazo con las certeras palabras pronunciadas por el último presidente de la II República, Manuel Azaña Díaz, el 18 de julio de 1.937, transcurrido un año justo desde la sublevación militar y dirigidas a los dos bandos:
“ Y cuando el poder pase a otras manos, y las generaciones futuras sientan que otra vez les hierve la sangre, y el espíritu de odio y de rencor vuelva a enfurecerse, que piensen en los muertos y escuchen su lección: La de esos hombres que han caído embravecidos en la batalla luchando magnánimamente por un ideal grandioso y que ahora, abrigados por la tierra materna ya no tienen odio, ya no tienen rencor y nos envían, con los destellos de su luz clara y remota como la de una estrella, el mensaje de la Patria eterna que dice a todos sus hijos: “Paz, Piedad, Perdón”.
Finalmente, quiero agradecer a Francisco Montemayor su testimonio excepcional, manifestarle que no se preocupe, pues si hay alguien que valore negativamente lo contado por Ud. debe ser una mala persona y que sepa que su aportación ha sido fundamental para conocer unos hechos de nuestra historia poco estudiados y así dejar huella oral y escrita, tras largos años de sufrimiento, miedo, silencio y luto acumulado. Muchas gracias Francisco. Le pido disculpas si en la redacción de sus vivencias he podido cometer algún lapsus en las mismas.
Autor: Ruiz Viso, Rafael
Moriles, a 74 años de la barbarie fascista
P.D.: En las exhumaciones de fosas comunes, que se están llevando a cabo en Aguilar de la Frontera, son visibles los esqueletos amontonados de fusilados con el tiro en la nuca o pecho y las manos atadas con alambre.

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El origen de Moriles en el recuerdo de Paula Contreras

En julio de 1984 (tenía entonces 73 años), Paula Contreras, accediendo a una petición mía, plasmaba sus primeros recuerdos sobre Moriles en una densa y amplia carta que, por su contenido, creo debo poner al alcance de todos los seguidores de este blog. La divido en cinco páginas según su contenido.