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domingo, 31 de enero de 2010

MORILES - 87

El artículo que inserto a continuación se publicó en el periódico municipal de información MORILES nº 8 en diciembre de 1986, página 9. Las circunstancias de crisis económica de aquellos años eran similares a las actuales. Yo diría que el artículo mantiene la actualidad a pesar de los 23 años transcurridos. Por eso lo transcribo íntegro tal como apareció en aquellos años de inquietud política y social en el pueblo.

MORILES - 87
Por Antonio Cortés Cortés
En mi interés por la historia local de Moriles he aprendido una lección que quiero exponer a continuación por si a alguien más le pudiera servir de enseñanza; todo viene a cuento de que en muchas ocasiones hablamos de la forma de ser de la gente de Moriles, y sin pasar de la pura crítica nos quedamos con los brazos cruzados esperando que alguien haga algo por remediar la situación. Y en realidad nadie hace nada como no sea aprovechar la coyuntura en beneficio propio y a costa de los demás. De ahí que cada vez nos hacemos más reservados y desconfiados.

Hablamos mucho de los defectos de nuestra gente, pero ¿quién se ha parado a pensar en las muchas cualidades de nuestro pueblo que han hecho que en poco más de un siglo, donde no había más que miseria y explotación, haya surgido una población joven y moderna como la nuestra? ¿Qué pueblos han dado ese paso de gigante y de la nada se han puesto a la altura de los demás?

Hace poco más de un siglo Moriles contaba con algo más de quinientos habitantes que trabajaban para los señores de Aguilar. Hace setenta y cuatro años nacimos como pueblo por las ambiciones políticas y económicas de los caciques de entonces. Moriles cuenta con una amarga experiencia de caciquismo y explotación que todavía pesa sobre muchos de los morilenses. Pero ahí ha estado el esfuerzo de nuestras gentes: de nuestros jornaleros, de nuestros artesanos, de nuestros comerciantes, nuestros profesionales y nuestros industriales que han hecho un pueblo nuevo y joven.

Hoy Moriles se debate entre el ostracismo y el progreso, entre un pasado que nos encadena al inmovilismo y al servilismo y un futuro de progreso y libertad como pueblo. Pero creo que Moriles tiene hoy la madurez suficiente para distinguir dónde hay explotación y donde creación de empleo y riqueza, dónde hay caciquismo y dónde servicio.

Tradicionalmente la riqueza que producen nuestras fértiles tierras y el trabajo de nuestros hombres se han dirigido hacia fuera. Aún son muchos los paisanos que dirigen sus inversiones y sus compras fuera de nuestro pueblo, provocando en cierto modo una "fuga de capitales". Por eso hay que ver siempre con buenos ojos la aparición en nuestro pueblo de cualquier comercio, establecimiento, negocio o industria de nuestros paisanos, volcando hacia ellos nuestras inversiones para que el capital que se crea en Moriles genere aquí más empleo y por tanto más riqueza.

viernes, 15 de enero de 2010

Personajes con historia



Hoy con...
CRISTÓBAL MAYORGAS MUÑOZ


Tienen nuestros pueblos una gran riqueza unas veces oculta, otras ignorada, en sus personajes. Pero no me refiero a los de primera pagina, a los que dirigen el pueblo o figuran en el candelero, sino a aquellos otros de segunda línea. No son éstos unos personajes universales, trascendentes, sino todo lo contrario: muy nuestros, muy dentro de la vida del pueblo. Son esos seres entrañables sin los cuales no tendrían sentido muchas de las cosas que pasan a nuestro alrededor. Ellos pasan sin realizar grandes proezas, pero llegan a ser algo nuestro; es más, en realidad llegan a ser, un poco, cada uno de nosotros.

Y es que nuestros pueblos y nuestras gentes son así...

¿Quién no le ha visto en los meses de invierno vendiendo su saco de picón por las calles? Cristóbal Mayorgas es ya un personaje conocido, popular, en nuestro pueblo. Donde han hecho falta unos brazos fuertes para empuñar la azada, valor y decisión para bajar al fondo de algún pozo, allí estaba Mayorgas capaz y decidido.

Nació en Lucena un siete de enero, hará pronto setenta años. Comenzó a trabajar muy pequeño. Él recuerda sus años de trabajo duro en el metro de San Andrés de Barcelona. Con treinta años se establece en Moriles casándose con Araceli Doblas Leiva. Desde entonces será como pocero como todos le recuerden. Muchas horas varios metros bajo tierra a golpe de azada hasta dar con los veneros que irán llenando el pozo. El se siente orgulloso de su trabajo: el orgullo del tesón y la constancia capaces de vencer a la misma tierra y a la dura tosca de nuestro suelo.

LE LLAMARON “LA PANTERA DEL AGUA”

Pero fue un trece de agosto de 1947, hace ya treinta y nueve años, cuando algo le hizo sentirse realmente importante. Las tormentas de verano han sido siempre temibles por estos contornos por el aparato eléctrico y la gran descarga de agua que llevaban. Aquel día una gran riada provocada por una de estas tormentas causó graves daños destrozando viñas, inundando viviendas, arrastrando enseres y animales domésticos. La desgracia quiso que una vecina de la localidad, sorprendida por la riada, fuese también arrastrada por las aguas Callejón abajo. Mayorgas no dudó en meterse en la corriente y, aguantando firme, logró rescatar a la infortunada víctima. “La Pantera del agua” le llamó entonces el sentir popular de una forma simpática y llena de expresión gráfica.

EN EL POZO DE CORDOBITA

Otra triste circunstancia fue también causa de que nuestro hombre demostrara una vez más su valor de "salvavidas". No sabe precisar bien cuándo sucedió, pero -según dice- sacándolo por la edad de su hijo mayor, Joaquín, debe de hacer unos treinta años. Era cuando en casa de Cordobita, frente al Paseo, había fonda y taberna. Le llamaron urgentemente: alguien había caído al pozo del patio de la fonda y pedía auxilio. Allí llegó rápido Mayorgas con su buena cuerda y, atándose, descendió al pozo y ayudó a salir a aquel desgraciado.

- Era un brigada retirado - nos cuenta Mayorgas-. Al pobre no le irían bien las cosas y...

Y así son nuestras gentes, así son nuestros pueblos. No necesitamos personajes ilustres, ni hechos grandiosos, ni bellos monumentos; para nosotros todo es importante, todo es grande, todo es hermoso. La historia la escribimos con sencillez, de una forma entrañable.

Antonio Cortés Cortés

(Publicado en “MORILES” periódico municipal de información nº 8, diciembre 1986)

jueves, 14 de enero de 2010

LA POBLACIÓN DE ZAPATEROS EN 1849


Desde 1818 en que la aldea de Zapateros se constituye en parroquia, el primer censo fiable de población que hemos encontrado de ella es de 1849 en el padrón eclesiástico realizado ese año por el cura de la parroquia de S. Jerónimo don Francisco Flores Ramírez.

Está hecho dicho padrón en seis folios de papel común cosido, y su estado de conservación es aceptable a pesar de que muestra las huellas de la inundación que destruyó la casi totalidad del archivo parroquial.

Figuran en él ochenta casas o edificios distintos numerados, aunque no figura relación alguna de calles ni de lagares. Suponemos que en esos ochenta edificios están incluidos los lagares diseminados que en número de 16 aparecen ya en el año de 1860.

El número de familias que se alojan en esas casas era de 122, siendo numerosos los casos de varias familias habitando un mismo edificio. Si tenemos en cuenta que el total de habitantes era de 513, la media de personas por casa era superior a seis. El número de varones era de 230 y el de mujeres de 283.

En el gráfico vemos que se trata de una población eminentemente joven, en la que el 33,7 % son niños menores de diez años. La población infantil -ciento setenta y tres niños menores de diez años- nos da una idea del alto índice de natalidad. En ese mismo año de 1849 se registraron veintidós nacimientos lo que arroja un elevadísimo índice de natalidad del 42,8 por mil.

El colectivo más numeroso es el de personas adultas en edad de trabajar, de veinte a cincuenta años, que representan el 40,5 % de la población, pero que separadas en décadas (de 21 a30, de 31 a 40 y de 4l a 50 años) representan tan sólo un 13,5 % cada una.

Igualmente se observa que a medida que aumenta la edad, la población disminuye debido al alto índice de mortalidad en la década de los años 30 (España presentaba la máxima de toda Europa), siendo de notar la mortalidad infantil con el brusco descenso de la población en los muchachos de once a veinte años (ochenta y una personas).

En resumen, la aldea de Zapateros entra en la segunda mitad del siglo XIX con un caudal humano muy joven que pronto verá triplicado antes de finalizar la centuria.
Antonio Cortés Cortés
(Publicado en MORILES Periódico municipal de información nº 9, mayo 1987, página 6)

domingo, 10 de enero de 2010

De poetas y memorias

(Haz clic sobre el título para escuchar "El Niño yuntero, por J.M. Serrat)


Malos tiempos para reclamar el recuerdo de Miguel Hernández, el poeta del pueblo, en el año de su centenario. En su Orihuela natal el popular gobierno municipal ha tomado la iniciativa con la presentación de un poemario, El Canto del Cisne de un Poeta, salido de los ripios de un poetastro de la más rancia derecha, un tal Miguel Barcala, en un pretendido “homenaje a Miguel Hernández”.

El hecho en sí no aparenta más que un acto desafortunado (los ripios que destrozan la obra del poeta, se limitan a hacer política partidista descalificando e insultando a personajes de la izquierda al tiempo que elogian a otros de la derecha), pero detrás de todo ello se esconde una estrategia de banalización de su figura como poeta del pueblo y de la libertad, del hombre que fue capaz de gritar en poesía la cruel situación de los más pobres, de los desheredados.

Algo así sucedió con García Lorca. En los primeros años del franquismo, poco después de su asesinato, para desacreditarlo, se intentó dar la idea de un poeta militante, comprometido políticamente con la España que había sido derrotada en la guerra; esto hizo que se convirtiera en un poeta tabú, casi proscrito. Más adelante, al comprobar que no se podía prescindir de la obra de este genial poeta, que había traspasado nuestras fronteras y era ya conocido y estudiado en todo el mundo, el régimen intentó rehabilitar su figura, presentando la imagen de un poeta popular, folklórico o flamenco; un poeta sin fondo, una especie de cantor del folklore nacional. Véase si no, el artículo publicado en ABC el domingo 6 de noviembre de 1966 en el 30 aniversario de su muerte, titulado nada menos que “La Obra de Federico, patrimonio nacional” firmado por Edgar Neville. Igualmente escuchábamos aquellos años sus “Cantes Populares”, tan laboriosamente recogidos por él y su amigo Manuel de Falla, en arreglos facilones para la copla, o asistíamos a recitales de sus poemas del Romancero Gitano, adaptados con el único fin de exhibir a las artistas folklóricas del momento.

Es la estrategia del crimen perfecto. En estos días, tras el intento de recuperación de la memoria histórica, se oyen voces gritando que dejemos a los muertos con los muertos, que a quién le interesan ya unos muertos de más o de menos. En otras épocas, a estos artistas visionarios de un mundo más justo, se les mataba y sus obras eran quemadas y catalogadas en el Índice de Libros prohibidos; así se garantizaba la muerte total del artista y de su obra. Nadie más reivindicaría su memoria. Hoy no es posible la quema de libros ni la inclusión en el Índice, así que hay que hay que buscar otros métodos: sustituir la “memoria histórica” por la “amnesia histórica”. Olvidar es una segunda forma de matar.

Muchos quisieran que el recuerdo que nos quede de Miguel Hernández fuese el de aquel “cabrero luminoso de rebaños milicianos” o el de “el eterno paleto” que da con sus huesos en la cárcel. Incluso nos animan a leer sus libros, eso sí, sin ir más allá de lo anecdótico, sin escarbar en su obra “a dentelladas secas y calientes”, sin estremecernos hasta el grito con sus “Nanas de la cebolla” o hasta la insumisión, con su “Vientos del pueblo me llevan” o “el Niño yuntero”.

Algunos quisieran ver ya muertos, de una vez y para siempre, a todos los “testigos de la desigualdad”, a todos los que con el recuerdo de su asesinato, su fusilamiento, su exilio o su desarraigo, nos están todavía dando aldabonazos en la conciencia, gritándonos como “Viento del pueblo”, que en este mundo no hay sitio más que para los magnates del capital y sus huestes; los demás sólo serán los explotados, los excluidos, los sin papeles, los insumisos, gente sin nombre y sin memoria. Los otros muertos, los suyos, serán los mártires, los caídos por dios y por la patria; sus nombres han sido recordados en las iglesias de todos y cada uno de nuestros pueblos hasta hace poco tiempo, mientras otros se olvidaban perdidos en las cunetas o en ignoradas fosas comunes. Olviden de una vez a esos muertos, dicen, nostálgicos de la derecha, no vale la pena recordarlos... Pero mientras, la Iglesia seguirá canonizando, una forma de inmortalizar su memoria, a los otros muertos, a los suyos. ¿Existe o no existe la memoria histórica?

El origen de Moriles en el recuerdo de Paula Contreras

En julio de 1984 (tenía entonces 73 años), Paula Contreras, accediendo a una petición mía, plasmaba sus primeros recuerdos sobre Moriles en una densa y amplia carta que, por su contenido, creo debo poner al alcance de todos los seguidores de este blog. La divido en cinco páginas según su contenido.