DE LA PROPAGANDA A LA MANIPULACIÓN, MEDIO DE OPRESIÓN ideológica
Cuando un ideólogo se propone extender una idea, necesita de
unos medios y de un sistema de difusión capaces de imponer una doctrina que
arraigue con un sentido universalista en la sociedad de forma que se imponga,
sin que nos demos cuenta, desde cualquier hecho social a una gran mayoría de
miembros de la sociedad. Los medios de comunicación de masas son el vehículo de
expansión para presentar esa ideología atrayente y sugestiva para terminar
anulando nuestra capacidad crítica y de defensa ante ella, es decir, creando
seres perfectamente manipulables.
Y ahí nace la propaganda, a veces sutil y oculta, algo así
como aquella publicidad subliminal usada en las proyecciones cinematográficas
antiguas, ya prohibida por no considerarse conforme con la ética comercial.
Pero ésta sí está permitida y nos ataca desde todas partes: la televisión, el
cine, los espectáculos, los comics, la literatura, la escuela, las redes sociales.
Ella sugiere y propone, para terminar imponiendo unos ideales, unos valores,
unos modelos y unos estilos de vida en un contexto emotivo tal que inhibe todo
juicio crítico, toda capacidad de defensa. Nuestro comportamiento está, pues, a
merced de la propaganda y por ende, de los que la dominan y controlan.
Podemos decir entonces que propaganda es
“el conjunto de técnicas y medios de
comunicación social tendente a influir con fines ideológicos en el
comportamiento humano."[1]
Precisamente en esa influencia en el comportamiento humano, en esa violación de
la intimidad de la persona, es donde reside la fuerza de la propaganda. A nivel
comercial, la demanda consumista se crea a través de la publicidad, o lo que es
lo mismo, dicho en forma de eslogan publicista: al consumismo por la
publicidad. Y aquí se centra la teoría actual del mercado con la aparición de
la mercadotecnia, auxiliada de la psicología, la sociología, la estadística y la
prospectiva, poderosos aliados que han puesto en manos del consumismo las
voluntades de las masas, creando un nuevo estilo de vida burgués, acrítico e
inmanentista. La publicidad comercial no es más que una forma de propaganda
tendente a despertar la demanda en el consumidor.
Por el contrario la propaganda es algo más amplio; sus fines
ideológicos no se concretan a nivel de mercado, sino que abarcan todas las
manifestaciones de la sociedad: economía, política, ideologías, educación,
costumbres, cultura y redes sociales. En este sentido siempre ha habido
propaganda y por eso unas ideologías han prevalecido sobre otras, unas culturas
sobre otras y unas clases sobre otras. Pero a partir de la aparición de los
medios de comunicación de masas es cuando cobra verdadero significado por la
rapidez de difusión y la eficacia de sus mensajes.
¿Pero en qué se funda el poder y la eficacia de la
propaganda? Para aquellos que quieran conocer el porqué del éxito de tantas
campañas manipuladoras de la extrema derecha española intentaré hacer un breve
estudio de sus fundamentos que radican en lo más profundo de la naturaleza
humana, tanto en su evolución bio-sicológica como social y cultural. Hablaré,
por eso, de fundamentos sico-sociológicos, de valor, antropológicos y
semióticos.
Fundamentos
psico-sociológicos: En el hombre existe un sentido social de generalización
y pertenencia a un grupo. Cada individuo se identifica con un grupo en el que
ve reflejados una serie de valores que le diferencian de otros grupos y donde
encuentra más seguridad y aceptación social. La preocupación por el papel desempeñado
dentro del grupo (el llamado “rol
social") es tan fuerte en el hombre que siempre pretenderá estar a la
altura de las circunstancias, desempeñar un papel correcto en el grupo, aunque
no sea una conducta personal sino simplemente imitada, porque así “lo hace todo
el mundo”.
Fundamentos de valor:
Para comprender el fenómeno de identificación con el grupo hay que entender el
mundo de los valores que son una manera de ser ideal y estimable y a la que se
aspira. Los percibimos organizados en una escala, con una jerarquía -que
depende del medio socio-cultural en que se vive- y dotados de una carga
afectiva que nos hace estimarlos como un bien, tender hacia ellos. Naturalmente
estos valores influyen en nuestra conducta y, en último término, en la
configuración de nuestra personalidad. Según la psicología de Allport la
madurez síquica se realiza en aquellas personas que logran identificar el
conjunto de su psiquismo con "un estilo de vida" inspirado en un
conjunto de valores dominantes en el grupo.
[2]
Fundamentos
antropológicos: Los valores están condicionados por el entorno cultural del
grupo y el individuo llega a integrarse en él a través de una cultura
aprendida; el aprendizaje le integra en su entorno y ello le supone adherirse a
unos valores culturales como ideales del grupo.
Fundamentos
semióticos: Pero los valores como bienes estimables y patrimonio de un
grupo cultural quedarían en el terreno de lo abstracto si no se manifestaran en
conductas observables; necesitamos un nexo entre esos valores ideales y todo
aquello que se ofrece como bien concreto y realizado en la comunidad. Ese nexo
lo dan los fundamentos semióticos.
Semiología es la ciencia de los signos y símbolos; símbolo
es todo aquello que evoca y sustituye a otra cosa. Los elementos integrantes del
símbolo son: el significante, o elemento material; el significado, o cosa que
simboliza, y la significación o relación entre ambos; a esto hay que añadir el
código convencional de significación. Según la psicología de Jean Piaget la
segunda etapa del desarrollo de la inteligencia en el hombre (que corresponde a
los años de edad escolar), es la de la función simbólica y semiótica: el niño
capta la realidad a través de símbolos que irán configurando su forma de ser,
de pensar y de ver las cosas.
[3]
Esta relación simbólica es importantísima para comprender la
teoría de los valores. Los valores ideales son simbolizados a nivel concreto
por conductas observables, como hemos visto. Pongamos por caso: el bienestar
como bien deseable, la felicidad, es algo que se concretiza en unos bienes
materiales como son, por ejemplo, los electrodomésticos que se convierten así
en símbolos de la sociedad del confort. El código convencional de significación
lo da cada sociedad, cada cultura.
Por todo esto, cuando se quiere imponer una ideología, los
símbolos adquieren una capital importancia: himnos, banderas, gestos, escudos,
colores, pulseras... Toda esta parafernalia es el símbolo de pertenencia a un
determinado grupo o clase. Ahora sólo quedaría desarrollar una estrategia que proponga
cierto grupo como grupo de referencia, lo que en nomenclatura marxista sería la
“clase dominante”.
¿Cómo se lleva a cabo dicha estrategia? Aquí entra en juego
el papel de control de los medios de comunicación de masas, sobre todo la
televisión, de forma que se use el lenguaje propio de la clase dominante en la
sociedad, un lenguaje conservador, consumista, que acepte el orden establecido
y presentado como lenguaje normal de la sociedad, aceptado por todo el mundo.
Para alcanzar los valores de dicha clase hay que aceptar aquello que simboliza
al mismo valor, es decir, su estilo de vida. En otras palabras, se obliga al
sujeto a adoptar unos valores impuestos, superiores a su entorno sociocultural.
Esto provoca el problema de los llamados "medios de referencia”, es decir,
el conflicto de las clases inferiores entre su adhesión a los valores de su
clase y la aceptación de los valores “superiores” de la clase propuesta como
clase de referencia. Esto explicaría el porqué de tantos obreros y gente humilde
que apoya y defiende a las grandes fortunas y multinacionales. Y es que hemos
entrado de lleno en el proceso de la manipulación.
Bibliografía
Alport, Gordon W. La personalidad, su configuración y desarrollo.
Herder, Barcelona 1968
F. Otero, Oliveros. Educación
y manipulación. E.U.N.S.A., Pamplona
Freire, Paulo. Pedagogía del
oprimido. Siglo XXI de España editores. Madrid 1978
Piaget, Jean. Psicología y
Pedagogía. Ariel, Barcelona 1969
Guzmán, J. El lenguaje
publicitario y su influencia en el niño. Revista Escuela Española, 20 de diciembre 1978. Páginas 913-915
Piaget, J. El Nacimiento de
la Inteligencia en el Niño. Aguilar, Madrid 1965
Servan-Schreiber,
Jean-Jacques. El Desafío americano,
Plaza & Janés 1968
Antonio Cortés Cortés, abril 2020