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sábado, 8 de octubre de 2011

Notas y Testimonios sobre bandolerismo en Zapateros y Moriles

Por Antonio Cortés Cortés, Cronista oficial de Moriles
Francisco Ríos, el Pernales, último representante
 del bandolerismo andaluz
    
  No hay datos que sitúen a la aldea de Zapateros o a Moriles como cuna o campo de acción directa del bandolerismo, pero dada su situación geográfica de cruce de caminos (Córdoba-Málaga, Sevilla-Málaga, Cabra-Puente Genil, Aguilar-Lucena, etc.), no lejos de Sierra Morena y a un paso de la Subbética, y la abundancia de cortijos y lagares en su término, no es de extrañar que estas tierras se viesen recorridas con frecuencia por bandidos, bandoleros o salteadores de caminos. De hecho, cuando la aldea de Zapateros intenta su emancipación en 1842, un grupo de vecinos de Aguilar, propietarios en los pagos de Moriles y Zapateros, dirigen una carta a la Diputación Provincial razonando la inconveniencia de tal emancipación aduciendo entre otras razones que la zona de Zapateros y los Moriles reunía las mismas condiciones favorables para convertirse en semillero y guarida de ladrones que las aldeas de el Rubio o Matarredonda, famosas ya en los años de 1820 por convertirse en refugio de partidas de bandoleros que atacaban las propiedades de los hacendados de Puente Genil, Osuna, Ecija o Aguilar.(1)
      El bandolerismo es tan antiguo como la miseria y la explotación de los más débiles, y aparece unido al hambre provocada por la injusticia de los poderosos o por el mal reparto de la riqueza. Estos bandidos o bandoleros han pasado a la historia rodeados de un aura de leyenda, como aventureros románticos; pero también existe otra interpretación más prosaica de este fenómeno: el bandolero es un malhechor que ataca, roba y mata, para enriquecerse a costa de lo ajeno.
Pero al margen de estereotipos, desde Grecia, Roma o la Edad Media, conocemos la existencia de bandoleros; los más recientes en Andalucía los encontramos en el siglo XIX, surgidos de las partidas de guerrilleros que habían luchado contra el ejército napoleónico en la Guerra de la Independencia. La política militar del absolutismo de Fernando VII, al limitar el acceso de estos guerrilleros al ejército, favoreció la aparición de partidas o cuadrillas como las de Juan Delgado, los siete Niños de Écija, Juan Palomo o José María el Tempranillo. Durante las Guerras Carlistas (1833-1876) se produjo un fenómenos parecido. Lo cierto es que estos personajes han entrado en la leyenda y en la memoria colectiva y que a partir de la publicación de las Memorias de “el Vivillo” en 1912, este fenómeno se convierte en un nuevo producto de consumo de masas.
      La primera noticia que relaciona nuestro pueblo con actos de bandidaje la encontramos en el año 1855, en un asalto que sufrió don Juan Burgos cuando regresaba a Aguilar de su lagar en los Moriles, junto con dos amigos: "Cerca del pueblo de Aguilar y en el sitio llamado de los Callejones, camino de los Moriles, y contra la vereda de Soñar, tres bandidos cogieron a don Juan Bautista Burgos que con otros amigos regresaba de su lagar. Uno de estos, llamado don Juan Herreros, logró fugarse y sólo Burgos y don Juan Galisteo quedaron en poder de los ladrones". Éstos consiguieron un botín de tres mil duros que aquellos entregaron a las pocas horas en 39 onzas de oro, con lo que pudieron regresar a casa. Puestos en alerta en Aguilar, salió una partida de nacionales en su busca llegando ya de noche al molino de Fernán Pérez, camino del Puente, y de la propiedad de don Joaquín del Castillo. Pernoctaba en él un hijo del dueño llamado Manuel quien a las voces de los nacionales para que abriesen la puerta, pensó que fuesen una partida de malhechores y se apostó armado tras aquella. Ante la negativa a abrir, los nacionales efectuaron una descarga a la cerraja con lo que la puerta se abrió de par en par. Manuel del Castillo disparó al primero que se puso por delante dejando casi muerto en los umbrales de la puerta a un número de los nacionales.(2)
      Terminadas ya las guerras carlistas, fue el Bizco del Borge, quien atemorizaba a los ricos propietarios de Lucena y pueblos de los alrededores. Nacido en el pueblo malagueño de Borge el 2 de septiembre de 1837, mantuvo en jaque a la Guardia Civil de Málaga junto con otros bandoleros de la partida de Melgares. Acosado por la Benemérita en aquella provincia y al quedar él sólo de su partida, huye de Málaga(3) y se viene a ocultar en la provincia de Córdoba, en Lucena y su comarca, donde encuentra protección en los cortijos a cambio de dinero. En mayo de 1889 fue delatada su presencia en el Cortijo Grande por el administrador de éste, Cándido López, antiguo político provincial que debía algunos favores al Borge. Organizada una batida por la Guardia Civil, fue encontrado en un olivar del Pilar de la Dehesa donde fue abatido el día 21 de mayo de ese año.(4) Según otras fuentes el lugar sería la vereda del Cristo Marroquí.(5) Tenía entonces 52 años. Su memoria aún se recuerda por estos lugares, como el testimonio que recoge Francisco Ojeda Leiva de su abuela, Araceli Romera, que contaba que de pequeña había oído hablar de él y que se refugiaba en las Navas y a veces en la aldea de Zapateros, en el lagar de Pollero. Sobre su muerte también se habló de que había sido envenenado en el cortijo Grande de Lucena y luego expuesto a los disparos de la Guardia Civil, simulando una batida. Esta versión confirma los recuerdos de los relatos oídos en su niñez por Araceli Romera. La partida de defunción, inscrita en el Registro Civil de Lucena, (sección 3ª, tomo 43, folio 327) da la versión oficial de los hechos:
      "En la ciudad de Lucena, a las cinco de la tarde del día veinticuatro de mayo de mil ochocientos ochenta y nueve, (...) inscripción en este Registro Civil de la defunción de Luis Muñoz García, conocido por “el Bizco de Borge”, natural de Borge, término municipal del mismo, partido de Colmenar, en la provincia de Málaga, sin vecindad conocida, oficio, el de sus crímenes, como de cincuenta y dos años de edad, casado, falleció como a las seis de la tarde del día veintiuno del actual en un olivar situado en la vereda que desde el Pilar de la Dehesa conduce al Cristo de Marroquí, en este término, a consecuencia de una herida en el costado derecho causada por un disparo de arma de fuego, según dictamen facultativo, hecho por la fuerza de la Guardia Civil del puesto de esta población.
      (...) Y que a su cadáver se le habrá de dar sepultura en el cementerio de María Santísima de Araceli, de esta población. (...)"(6)
      Otro interesante testimonio, el de Juan Manuel Béjar, nos va a trasladar a los años de 1900 a 1907, cuando las partidas de los famosos bandoleros y caballistas de Estepa campaban por toda la comarca estepeña entre las provincias de Málaga, Sevilla y Córdoba. El Comandante Casero, militar natural de Estepa y autor de un estudio sobre el bandolerismo local, presenta una lista de hasta 133 malhechores clasificados como de primera y de segunda categoría. Entre ellos están El Pernales, el Rubillo, el Soniche, el Vivillo, el Reverte, el Niño de la Gloria, Canuto, Niño Nuevo y otros que, o bien formaban parte de alguna partida importante o bien capitaneaban alguna otra de menor importancia. El caso es que, según este autor, en Estepa a los bandidos se les llamaba “muchachos” o simplemente “caballistas” y que sus cuadrillas pasearon triunfalmente la campiña estepeña durante largos años con la connivencia, cuando no con la ayuda, de autoridades y caciques locales. Traficaban con ganado y eran aficionados a las cacerías en los cortijos. A partir de 1904 se intensifica la persecución por parte de la Guardia Civil, pero ellos seguirían siendo protegidos por la gente de su ciudad y por muchos caciques, propietarios y autoridades locales de los alrededores.
      Cuenta Béjar que su bisabuelo, "Álvaro Agraz Albalá, aficionado a la caza con galgos, fue invitado a una cacería en tierras cercanas a Puente Genil. En ella participaban cazadores de dicho pueblo y de poblaciones de su entorno, llegando a trabar amistad con varios individuos que paladearon el famoso vino de Los Pavos. Posteriormente, invitó a algunas de las personas con las que departió ese día, a una cacería en Moriles." Más tarde tuvo conocimiento de que una de esas personas se encontraba detenida en las dependencias de la Guardia Civil de Aguilar. Alvaro Agraz utilizó su influencia política dentro del partido conservador (era hermano del jefe local del partido en Zapateros, Antonio María Agraz Albalá, y más tarde fue alcalde de Moriles en 1918) para pagar una fianza y poner en libertad a quien ya consideraba su amigo. Y continúa Juan Manuel Béjar: “Transcurrió el tiempo y mi bisabuelo Álvaro dispuso acudir a la Feria del ganado de Estepa, con un tropel de mulos, burros, potros y caballos. Una vez salieron de Moriles y se adentraron en caminos y veredas rumbo a Puente Genil, comprobaron que eran seguidos a lo lejos por dos personas. Cuando tuvieron certeza de su seguimiento, el miedo se apoderó de ellos y aún más cuando observaron cómo se acercaban hasta llegar a su altura.” Luego, estas dos personas manifestaron –según contaba su madre- que habían sido enviadas por el jefe de una partida de bandoleros para acompañar y proteger la expedición de caballerías de Álvaro Agraz. Y concluye su relato: “En medio del desconcierto continuaron su camino y llegados a las afueras de su destino se acercó al grupo de mi bisabuelo una persona a caballo que resultó ser una de las que cazó con él, una de las que le acompañó en Moriles y aquél al que pagó la fianza en Aguilar. Se saludaron y le preguntó si había hecho un buen camino. Mi bisabuelo le contó lo sucedido y tal persona le dijo que los amigos están para cuidar de sus amigos a los que le están agradecidos. De igual forma, le dijo que cada vez que saliera de Moriles con ganado o cosecha que estuviera tranquilo que nadie iba a ponerlos en peligro porque él velaría para que así fuese. Según cuenta mi madre, en ese momento se presentó como el jefe de una partida de bandoleros conocido como "El Nene". En varias ocasiones visitó en Moriles a mi bisabuelo, siempre solo. Pero lo más sorprendente de todo es que cumplió, desconozco durante cuánto tiempo, su promesa de velar por la seguridad de ganado y carretas de mi abuelo Álvaro sin que éste le avisara en momento alguno de lo que iba a hacer o a dónde se iba a dirigir. Ello nos hace pensar que tenía confidentes o quién sabe si algún miembro de su partida que fuera de nuestro pueblo o que viviera en el mismo.”
      Este revelador relato nos sumerge de lleno en el mundo del bandolerismo estepeño, presentando todas sus características. El jefe de la partida se presenta como “el Nene” (tal vez fuese “el Niño”), y ya hemos visto que en Estepa los bandoleros eran llamados “muchachos” o “niños”(7) y con ese nombre destacaron “el Niño de la Gloria” y “Niño Nuevo”, por lo que poco nos aporta a su identificación, pudiéndose tratar de cualquiera de los numerosos bandoleros estepeños. ¿Pudo ser el propio Pernales? ¿Tal vez el Niño de la Gloria? Pudo haber sido incluso el “Vivillo” quien solía frecuentar las partidas de caza en los cortijos de la zona, sobre todo el cortijo de Navalcarnero, propiedad de un cuñado del alcalde de Pedrera, no lejos de Puente Genil.(8) Pero por el testimonio de su frecuente presencia en Zapateros en casa de Álvaro Agraz, cabría pensar que se tratara del propio Pernales, protector de caciques y autoridades locales, a cambio de otros favores de encubrimiento y falsas noticias sobre su paradero, que pudo pasar algún tiempo en la aldea de Zapateros como veremos más adelante.
      De “el Pernales” recogemos otros dos testimonios que coinciden en su contenido: por un lado Francisco Ojeda me envía el siguiente, recogido de su abuela paterna a través de su padre: "También mi padre me contó que cuando su madre (mi abuela Juana Mª Cortés) tenía unos 5 ó 6 años, recordaba que una vez se paseó por Zapateros el Pernales, montado en un gran caballo, y que a ella y otros chiquillos que se quedaron mirando les dio unas monedas de plata." Por otro lado está el testimonio directo de Paula Contreras:(9) "Bueno, pues hablemos de los bandidos. Seguro que has oído hablar del Pernales, del Vivillo, de Diego Montes y un largo etcétera. Haz un esfuerzo de memoria: trasládate a casa de mi sobrino Rafael; antes hay una casa cuyo dueño no sé quién es, pero que yo la guardo en mi cerebro como estaba cuando vivía en ella Amalia Bergillos y me parece contemplar la preciosa casita de muñecas y el maravilloso reloj de sonería digno de presidir el salón de un palacio. Manuel Mármol Bergillos –creo que se llama Manuel y vive frente al Ayuntamiento- nació en esa casa. Pues en la fachada de esa casa, adosada cabe la ventanita más cercana a la de mi sobrino Rafael, había una enorme roca alargada que venía como anillo al dedo para que las mujeres pudieran montar en los mulos, sirviéndose de ella a modo de escalón. Pues en esa roca, un bandido, ¿el Pernales? ¿el Bizco Borge?, con aspecto místico en gracias a la sotana que vestía, montó en una caballería, cuando clareaba el día y le atizó fuerte para una galopada en dirección a Puente Genil; lo observó Josefa, la mujer de Manolito Canó y por las botas y por el gesto que llevaba al pasar por su puerta, y por el arte al montar apartando con destreza la sotana, supo o intuyó que sería el Pernales.
      ¿Curioso? Muy curioso. Más curioso aún lo que escuché en boca de un guardia civil retirado: Fue en las Mendozas; entró el Pernales con toda la partida; una pareja que estaba en la finca, se refugió en una escalera temblando por si alguno de aquellos hubiera tenido la humorada de subir a inspeccionar los altos de la casa; felizmente para la pareja, los bandidos tenían prisa; se calentaron un poco en la chimenea, bebieron y picaron y se marcharon."
      Lo curioso es que los dos testimonios coincidan en algo importante: el bandolero montaba un gran caballo y el jinete utilizó una enorme roca para montar su caballería. Un jinete como Pernales, que apenas alcanzaba el metro y medio de altura, hacía que su caballo pareciese como de mayor tamaño y es normal que necesitara la ayuda de una roca para montar un caballo de tal envergadura. Era un hábil jinete, como observó Josefa, la mujer de Manolito Canó, y dominaba perfectamente su veloz caballo Relámpago.
     Pernales conocía al detalle los caminos que unían Zapateros con las localidades vecinas. Estaba acostumbrado a recorrerlas y refugiarse en la aldea. En el cortijo de don Rafael Moreno, en el camino de Zapateros a Puente Genil y Aguilar, cuatro jinetes pasaron un día cerca de las yuntas que estaban arando; se trataba de los famosos y temidos bandoleros el Reverte, el Niño de la Gloria, el Canuto y Pernales. Éste pregunta por el aperador y un hombre se adelanta. Pernales pregunta: -¿Sabes quién soy? – Sí –responde el otro. – Pues bien, agarra ahora mismo y ve a ver a don Rafael y dile que el Pernales le pide mil pesetas. Y cuidadito con avisar a los Civiles.- El aperador marcha a casa de su amo y regresa con las mil pesetas.(10)
      Desde que en mayo de 1907 la partida de Pernales fue sorprendida cerca de Villafranca de Córdoba, donde murió el Niño de la Gloria y fue apresado el Reverte, aquél se va a mover de un lado para otro intentando desorientar a la Benemérita junto con su nuevo acompañante, el Niño del Arahal. El mes de julio ambos bandoleros aparecen en una finca del término de Écija, pero al verse descubiertos se internan en la provincia de Córdoba. La prensa de la época narra cómo tras ser descubiertos el 19 de julio en el término de Puente Genil, huyendo de la Benemérita, marcharon hacia la aldea de Zapateros(11) y, al parecer, su centro de operaciones va a ser el término de Aguilar y los pagos de los Moriles y Zapateros donde sabían que pasarían desapercibidos. La presencia de Pernales y el Niño del Arahal en Zapateros está muy documentada durante los últimos días de julio y primeros de agosto de aquel año. Fue muy difundida la anécdota ocurrida sobre el 20 de julio en la carretera de Aguilar a Zapateros cuando Pernales detuvo el carruaje que conducía al rico propietario y diputado por Lucena don Vicente Romero acompañado de su esposa e hijos.(12) El Pernales, con gran cortesía, pide al diputado que le entregue mil pesetas pero como éste no llevaba consigo esa cantidad, le enseñó algunas monedas de plata que llevaba en los bolsillos ofreciéndoselas. Como el bandido contestó altivamente que él no era un mendigo, las señoras se inquietaron a lo que Pernales intentó tranquilizarlas diciéndoles con una sonrisa: -No tengan ustedes cuidado, que yo no soy un criminal.(13) Pocos días después, a primeros de agosto de ese año, regresaban de Zapateros de realizar el levantamiento de un cadáver, el juez de Aguilar don José Castillo, el forense don José Paniagua, el escribiente don Timoteo Sánchez y un hijo de éste (que luego fue secretario del Ayuntamiento y del Juzgado de Moriles en 1919). Viajan en un coche tirado por tres mulas. Al llegar al pago de los Moriles, cerca del lagar de Benavides, propiedad del exdiputado don Juan Burgos, ven a dos jinetes parados en medio del camino. Éstos, al divisar el carruaje se apartan colocándose entre los olivos. Ninguno de los ocupantes del carruaje dudaron que se trataba de Pernales y el Niño del Arahal gracias al testimonio de don Timoteo que había conocido personalmente a Pernales. El propio don Timoteo manifestaba más tarde que “los bandidos sabían, por las muchas confidencias que reciben, que íbamos a pasar y prepararon ese golpe de efecto.” (14)
      A esta época debe referirse el testimonio de Álvaro Moreno Flores en Facebook, que narra cómo su bisabuelo Gabriel Moreno dio cobijo una noche en el lagar de Pollero a Pernales, despistando a la Guardia Civil que pasaba por allí de ronda. Aún guarda la moneda, con una marca hecha con la navaja, que Pernales le dio en recompensa a su bisabuelo. Pero a partir de mediados de ese mes de agosto la persecución y el cerco a Pernales se fueron intensificando y éste hubo de pasar hacia la provincia de Jaén buscando refugio en la Sierra de Alcaraz, acompañado de su inseparable “Niño del Arahal” que le acompañará hasta acabar ambos acribillados por la Guardia Civil cerca del pueblo albaceteño de Villaverde del Guadalimar, el 31 de agosto de 1907.(15) Francisco Ríos González, “Pernales”, había nacido en Estepa el 23 de julio de 1879.
los que capturaron al Bandido Tamajón
 (foro del lagarto-fotos antiguas de Cabra)

      Pero no terminan las historias de bandoleros con Pernales, a pesar de haber sido llamado ”el último bandolero”. En 1914, Domingo Ruiz, el Rubio de Tamajón, se fuga de la cárcel de Cabra donde estaba por haber matado a un guardia jurado de la Comunidad de Labradores. Era de Cabra y dicen que solía ir montado sobre una yegua, de bella estampa y gran resistencia, llamada Mohina. Comenzó a ser conocido por el robo a un propietario de Doña Mencía y al candidato por el distrito señor Cavanna, en la carretera de Baena.(16) Este bandido fue capturado en el lagar de Santa Rosalía, del Término de Monturque, entre Aguilar y Moriles.(17)
       Con estos testimonios y estas noticias, Moriles recupera también sus pequeñas historias de bandoleros y, tal vez, llevaran razón aquellos propietarios de Aguilar que se oponían a la emancipación y la aldea terminara convirtiéndose, si no en semillero, sí, al menos, en refugio de bandoleros que se sentían protegidos, entre la pobreza y miseria del entorno, por los propios lugareños que entre admiración y temor, los respetaban, y por políticos y caciques que los protegían a cambio de otros favores.
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Notas:
(1) AMA, Correspondencia suscrita por vecinos y propietarios referente a la aldea de Zapateros, leg. 1480.11, 16/07/1842. (Cortesía de Francisco Ojeda Leiva)
(2) Diario de Córdoba del 22 de mayo de 1855, página 3
(3)La Correspondencia de España, 24 de mayo de 1989, p. 1
(4)Diario de Córdoba, 25-05-1889, p. 3
(5) La Correspondencia de España, 24 de mayo de 1889, p. 1
(6) Francisco Montoro “LA MUERTE DEL BIZCO” prensaaxarquia.com
(7) Recuérdense también los famosos “Niños de Écija” o los “Niños de Guadix”, y el propio “Niño del Arahal” quien se unió a Pernales acompañándole hasta su muerte
(8) La Correspondencia Militar, Madrid, 15 de noviembre de 1900, y Diario de Córdoba, 14 de julio de 1906, p. 2.
(9) Carta a Antonio Cortés, fechada en Puerto Real el 18 de julio de 1989
(10) Blog “páginas del bandolerismo”. Francisco Ríos González “El Pernales”
(11) PERNALES EN LA PROVINCIA DE CÓRDOBA en Diario de Córdoba, 23 de julio de 1907, p. 2
(12) EL BANDIDO “PERNALES” en ABC, 23 de julio de 1907, p. 2
(13) NI MENDIGO NI ASESINO en La Correspondencia de España, 23 de julio de 1907, p. 1
(14) Blog “páginas del bandolerismo”. Francisco Ríos González “El Pernales”. Véase la noticia narrada por el Diario de Córdoba del 11 de agosto de 1907, p. 3
(15) La muerte de Pernales en El Defensor de Córdoba, 2 de septiembre de 1907, p. 2
(16) ABC 28 de febrero de 1914, p. 7 y LA VANGUARDIA, 1 de marzo de 1914, p. 10
(17) La Correspondencia de España, 15 de marzo de 1914, p. 3 y ABC 28 de marzo de 1914, p. 7
Ayamonte, agosto de 2011
(Publicado en Moriles, Revista de Feria, octubre 2011)

2 comentarios:

  1. Fantástico trabajo, mi más humilde reconocimiento.

    Un cordial saludo

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    1. Gracias, el tema es fascinante pero mi trabajo es sólo una pequeña aportación desde Moriles.

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El origen de Moriles en el recuerdo de Paula Contreras

En julio de 1984 (tenía entonces 73 años), Paula Contreras, accediendo a una petición mía, plasmaba sus primeros recuerdos sobre Moriles en una densa y amplia carta que, por su contenido, creo debo poner al alcance de todos los seguidores de este blog. La divido en cinco páginas según su contenido.