MONTILLA.- Calle Melgar, efectos del seísmo del día 5 de junio de 1930, también acusado en Moriles. |
Al producirse el pronunciamiento del Capitán General Miguel Primo de Rivera, Moriles era ya una población de 3.224 habitantes que luchaban por su progreso económico tras once difíciles años de experiencia municipal. La mayor parte de ellos son braceros, jornaleros que sólo disponen de sus brazos para subsistir con un jornal de 3,50 pesetas en época de labores agrícolas o de cosecha. Por otro lado, parece ser que una clase media consigue a lo largo de estos años un nivel económico más alto acentuando aún más la diferencia social de clases; son los comerciantes, industriales y propietarios que a finales de la década de los 20 tienen un poder adquisitivo suficiente como para mantener un número tan elevado de matanzas que el Ayuntamiento decide nombrar un vigilante especial para esos meses del año. Pero la lucha por la riqueza también es propicia a la picaresca y en el comercio comienzan a notarse casos de fraudes en el arbitrio de pesas y medidas , práctica, por otra parte, muy común en otros Ayuntamientos de la época. La agricultura necesitaba de créditos a falta de una política agraria por parte del gobierno de la Dictadura que mantuvo las mismas estructuras agrarias del Antiguo Régimen. En Moriles, para facilitar el acceso de los agricultores a la concesión de préstamos, se crea en estos años el Pósito Agrícola Local que surgió en 1924 por órdenes verbales del Gobernador al Alcalde. Se constituiría por suscripción pública, contribuyendo el Ayuntamiento con 2.000 pesetas.
Por su parte, las arcas municipales seguían menguando y el Consistorio encontraba ya verdaderas dificultades para gestionar su escaso presupuesto hasta tal punto que decidió, por economía municipal, no liquidar la paga extra a los funcionarios o dejar vacante alguna plaza en la administración local o de personal sanitario. Por eso, intentando dotar al Consistorio de medios recaudatorios más amplios, se decide también solicitar de la autoridad que faculte al Ayuntamiento a imponer los tributos "conforme a la conveniencia municipal en armonía con las condiciones de la localidad y de sus habitantes, dadas las dificultades con que se tropieza en la confección de los presupuestos." Poco después esta aspiración se concreta en solicitar una Carta Municipal idéntica a la de Lucena para la exacción de tributos municipales, según Real Decreto de 14 de febrero de 1925.
A pesar de los graves problemas económicos, no se conocen durante estos años disturbios de tipo social en la localidad y la vida municipal seguía el ritmo marcado por la Dictadura. El Ayuntamiento de Moriles se prodiga en actos de adhesión a todos los órganos administrativos y políticos del nuevo régimen como la figura del Delegado gubernativo del Partido Judicial, el Somatén español, la Agrupación obligatoria de los pueblos del Partido, o el Comité de Unión Patriótica. El 20 de agosto de 1927 una comisión municipal se desplaza al vecino pueblo de Monturque para asistir a una conferencia del propagandista y miembro de la Unión Patriótica Juan Ramón Mora Torres que supuso un gasto de 25 pesetas; Igualmente la fiesta del árbol se celebraba con esplendor cada año en la localidad, con actuación de la banda municipal de música y un presupuesto de unas 300 pesetas . En un intento de favorecer la industria y el comercio locales, el Ayuntamiento se suscribe al Servicio de Información Comercial establecido por el Gobierno. El capítulo de homenajes a personajes del Régimen suponía también un elevado gasto a las ya mermadas arcas municipales. La celebración de la hazaña del Plus Ultra supuso 125,50 pesetas ; colaborar con el monumento al Excmo. Señor don Miguel Primo de Rivera, 50 pesetas ; tampoco faltaron las adhesiones al homenaje al Ministro de la Gobernación, el general Severiano Martínez Anido, o a la insignia de la Gran Cruz de Isabel la Católica impuesta al Comisario de la Exposición Iberoamericana don José Cruz Conde.
Personajes también de interés en esta época de Moriles van a ser los Condes de Colomera, dueños de la finca y lagar de Santa Magdalena. El título fue concedido por Alfonso XIII a favor de doña Cecilia Burgos y Álvarez de Sotomayor, descendiente del II Conde de Colomera y casada con don Francisco Muñoz-Cobo y Serrano , por rehabilitación del antiguo, vacante desde 1841. Los nuevos condes celebran el acontecimiento en su lagar con una fiesta en la que participaron autoridades, miembros de la burguesía local y cuantos morilenses quisieron asistir.
La fábrica de la luz que abastecía el alumbrado público, era propiedad de la Sociedad José María Toro González, con residencia en Aguilar, que en 1924 la traspasa por contrato a Miguel Marín de la Barrera. Al finalizar éste en marzo de 1926, la distribución es adquirida definitivamente en diciembre por Hidroeléctricas del Genil. En 1929 se realiza un proyecto de ampliación del alumbrado público, del que lo único que sabemos es que la Compañía dificulta su puesta en marcha. La ya concedida primera Central telefónica se inaugura a finales de 1927 , costando 305 pesetas la instalación del locutorio público y el primer recibo de teléfonos del Ayuntamiento, que también se sumó al progreso, que comprendía los siete primeros meses de 1928, ascendió a 144 pesetas. La administración municipal también entró en la época moderna con la adquisición de la primera máquina de escribir, una Royal, que haría las delicias del Secretario, señor Castillo Pérez y la compra de nuevo mobiliario para el Ayuntamiento seguramente coincidiendo con la inauguración del nuevo edificio de las escuelas del Patronato donde se trasladó definitivamente el Ayuntamiento y de cuyo acontecimiento no hemos encontrado información ni en las actas ni en la prensa de la época.
La religiosidad popular giraba en torno a las fiestas del Rosario, san José, el Corazón de Jesús y la Semana Santa. La Hermandad de san José, presidida por su Hermano Mayor Mariano Roldán Casani, se encargaba de hacer que el día del santo resultase un completísimo día de fiesta local en que se mezclaba religión y patriotismo; la imagen del Patriarca desfilaba en procesión junto a la de la Patrona de Moriles la Virgen del Rosario, cuya hermandad estaba presidida por Antonio Cuenca Agraz, con la participación de la banda municipal y los niños de las escuelas nacionales. Igualmente el día de la Virgen del Rosario la imagen de san José acompañaba a la de la Patrona. La imagen del Corazón de Jesús que se procesionaba en su día, era propiedad de los hermanos Molina Jerez quienes costeaban también la solemne función religiosa oficiada por el cura párroco don Tomás del Rosal. En cuanto a la Semana Santa hay que hacer notar la constitución de la hermandad de Nuestro Padre Jesús que nació el 24 de junio de 1928 siendo su primer Hermano Mayor Agustín Martos Fernández.
En 1929 se va a producir el relevo del párroco don Tomás del Rosal Lucena que había estado al frente de la parroquia desde febrero de 1913 y que pasará a cubrir la vacante de Cerro Muriano ; para sustituirle llega a Moriles un nuevo y carismático sacerdote, don Juan Elías Medina, ex coadjutor de la parroquia de Pedro abad . Su nombramiento fue efectivo a partir del 3 de mayo aunque el acto oficial de posesión se celebró durante la misa del día de la Virgen del Rosario, el siete de octubre. Don Juan Elías se ganó el respeto y el aprecio de los morilenses gracias a su celo apostólico y su preocupación por las necesidades de los obreros y de los más desfavorecidos; sólo quiero recordar su actuación durante el terremoto que tantos daños produjo en la ciudad de Montilla y en menor medida en Aguilar el cinco de junio de 1930: La Corresponsal en Moriles del Diario Católico El Defensor, Francisca de Paula Contreras, describe el pánico de la gente en esa noche al sentir el intenso temblor "acompañado de un espantoso ruido". Nadie durmió aquella noche esperando una réplica del seísmo y la gente se lanzó asustada a la calle. Francisca de Paula narra cómo el párroco, don Juan Elías "abrió las puertas de la parroquia y enseguida se llenó ésta de personas." En 1931, cuando la crisis de trabajo se había cebado con la clase obrera, don Juan trata de llevar ayuda económica a los obreros en paro y organiza en su beneficio funciones teatrales protagonizadas por jóvenes de la localidad. A pesar de todo, este hombre bueno fue incomprensiblemente asesinado en Castro del Río durante la guerra civil.
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